La pugna política entre los priistas Manuel Añorve Baños y Mario Moreno Arcos es vieja. Inició en el momento en que el primero decide brincarse las trancas para ungirse como candidato a gobernador por el PRI en la elección del 30 de enero de 2011. Apoyado desde luego, por la dirigencia nacional de ese partido y los grupos de poder que lo controlan en Guerrero.
Mario decidió jugársela desde dentro de las vísceras tricolores, con el proyecto del aspirante perredista, Ángel Aguirre Rivero. De ahí se abre lo demás.
¿CANDIDATURA DEFINIDA? – Una de las marcas elocuentes de Manuel Añorve, es su propensión morbosa a tejer amarres de poder con tal de caer parado.
A pesar de que no ganó en 2011, se ha mantenido vigente en la rueda del poder priista. Y esta parece no ser la excepción. Hay que asomarse a la coyuntura:
1.- Cuando en 2018 fue designado candidato al senado, a su registro a la sede estatal del PRI no acudió Mario Moreno Arcos, quien también buscaba el escaño.Y esta vez, al ser registrado como “candidato de unidad” al gobierno estatal, Añorve se la cobró: tampoco acudió al evento donde Mario fue aplaudido y vitoreado.
Pero la ausencia de Añorve no se quedó en la simple inconformidad interna. Porque al parecer, ya venía tejiendo otra alianza potencial con el Partido Verde y con el Partido del Trabajo. De hecho, ese parece ser parte de su plan: ser postulado por esos dos partidos a fin de meter presión en las filas tricolores.
La idea parece obvia: Añorve no solo estaría dispuesto a ser candidato por el PVEM-PT, sino obligar a los grupos de poder en el PRI, a que lo perciban desde esa posición, como el personaje que podría no solo unir en una sola coalición de facto al PRI-PRD-PVEM-PT, sino sumar en el trayecto, al PAN. Y eventualmente, hasta el MC de Luis Walton.
Seis partidos políticos unidos con todo y sus personajes principales, convertirían la competencia electoral para el Morena no solo en complicada, sino en la eventual posibilidad de que este partido pierda el gobierno estatal.
Sobre todo, con los escándalos que arrastra su aspirante principal, Félix Salgado Macedonio. La fractura interna del Morena derivada de la inconformidad con la encuesta. Y el respaldo por cuestiones de popularidad y no de aplicación de la ley, por parte del presidente AMLO.
Lo que López Obrador no percibe, es que esta postura de apoyo a ciegas a Félix, le resta a él mismo, puntos importantes en su propia popularidad. Aunado a que su nombre no aparecerá esta vez, en la boleta electoral.
2.- Para los grupos del poder en el PRI, nada está seguro. Del PRD van a obtener una alianza partidista simbólica, en función de que se quedaron como propietarios de ese partido, puro personaje ampliamente cuestionado. Están enviando a la competencia electoral precisamente, a los mismos aventureros de siempre. Y como al PRI, el electorado guerrerense va a cobrarles la factura de tanta mentira y engaños sistemáticos.
De ahí la necesidad de ir mejor pertrechados con una mega alianza partidista. Es precisamente por ese resquicio, por donde Manuel Añorve estaría eventualmente, desplazando a Mario Moreno de la candidatura por la alianza PRI-PRD. Para ofertarse como el personaje que mejores resultados, amarres con actores clave y alianzas partidistas puede obtener a fin de retener el gobierno estatal. Tejió en el 2015 para dejar en el camino a la perredista Beatriz Mojica Morga y que ganara su candidato Héctor Astudillo. Lo hizo en 2018 para volverla a dejar fuera en su aspiración por el senado. También a Mario.
¿Quién en su sano juicio podría pensar que dicho personaje está aceptando sumisamente, su exclusión de la candidatura a gobernador? El reloj político tiene mucha cuerda. Y en política nada está escrito.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El gobernador Héctor Astudillo, está pagando el costo de su irresponsabilidad, al poner el semáforo en naranja durante el pasado periodo decembrino. El número de contagios creció drásticamente y las camas en muchos hospitales se saturan de pacientes.
Y solo en las estadísticas pagadas, vende reiteradamente que su gobierno ha sabido controlar y hacer frente a la pandemia. Los hechos lo refutan. Una y otra vez.