La novela ya es vieja y roída. Gastada por el uso del mismo discurso. Editada con las mismas posturas de queja y escándalo mediático. Lo único que cambia son los actores. Por lo tanto, no es novedosa para los destinatarios del mensaje. Es decir, para el ciudadano común. El punto es que, desde las tres últimas administraciones municipales en Acapulco, la cantaleta ha sido la misma: el millonario endeudamiento heredado por los exalcaldes que las gobernaron. Esos hedores no trascienden más que la chamuscada de dichos personajes. Las cifras y los números de la ignominia nunca son investigados. Todo termina ahí. Y esa novela por reiterada y ominosa, se repite de nuevo. Quién sabe hasta cuándo.
ADELA: QUEJA HISTÓRICA.- La alcaldesa de Acapulco, la morenista Adela Román Ocampo, se atrevió a ventilar los números rojos con los que trabaja. Y la salida no fue diferente a la expuesta por sus antecesores: citó a conferencia de prensa para revelar que dicha comuna arrastra con una deuda de 2 mil 779 millones 120 mil 429 pesos. De ahí se abre lo demás: 1.- El primer exalcalde quejoso encargado de abrir una pestilente cloaca en Acapulco, fue el empresario gasolinero, Luis Walton Aburto. Reveló que el adeudo que heredó del exedil priísta Manuel Añorve Baños, fue de más de 2 mil millones de pesos. Hizo un escándalo en medios nacionales. Le tiró de pedradas al panal. Desde luego, la acción se evaluó como parte de una sutil venganza política del entonces gobernador perredista Ángel Aguirre Rivero, quien de esa forma se cobraba el acuerdo político soterrado que ya había tendido previamente con el propio Añorve. Y que consistía en que el primero lo apoyaría abiertamente para conseguir la alcaldía de Acapulco. A cambio de que el segundo hiciera lo propio cuando Aguirre buscara la candidatura priísta a gobernador. La ambición política de Añorve terminó haciendo pedazos dicho acuerdo. Walton fue así, el instrumento político de Aguirre para chamuscar a Manuel Añorve. Porque al final, nada pasó. Ni investigación de la AGE ni de la Contraloría estatal contra el exedil tricolor. Y hoy, éste último personaje es senador de la república. Y Walton y Aguirre se quedaron en la fría banca. 2.- Para cuando Evodio Velázquez Aguirre, recuperó la alcaldía porteña para el PRD en la elección del 7 de junio de 2015, también encontró desfalcos millonarios en esa comuna. En conferencia de prensa, admitió que recibía un adeudo de Luis Walton Aburto, por 2 mil 210.9 millones de pesos. Desde luego, el exedil del partido Movimiento Ciudadano (MC) se defendió con uñas y dientes. Y la circunstancia política siguió operando a su favor. Porque al gobierno de la entidad arribó el priísta Héctor Astudillo Flores, a quien se alió en la elección de gobernador de 2015 y le ayudó a ganar el gobierno de la entidad de una forma camuflada y mañosa: no declinó jamás por la candidata del PRD a gobernadora, Beatriz Mojica Morga, pese a que Walton llegó como edil de Acapulco, gracias al apoyo del PRD, partido que lo llevó en coalición a las urnas. De ahí surgió lo demás: una lucha política feroz de Walton contra Evodio que no terminó ni siquiera con la conclusión del mandato de este último. Y por supuesto, nunca se investigaron las irregularidades financieras de Walton. Al asumir como aliado político del actual gobernador, se blindó contra ellas. 3.- El exedil perredista Evodio Velázquez Aguirre, tejió fino para no ser involucrado de manera individual, en los desfalcos de la comuna acapulqueña. Por eso, la alcaldesa morenista, Adela Román dijo que el adeudo de más de 2 mil millones de pesos era “del exedil Evodio Velázquez y de administraciones pasadas”. Entonces y de ser así, los actores políticos que tendrían que responder ante las instancias fiscalizadoras legales, serían al menos los últimos tres exalcaldes: el priísta Manuel Añorve Baños, el emecista Luis Walton Aburto y el perredista Evodio Velázquez Aguirre. El Morena de AMLO tendría que sentarlos en el banquillo de los acusados. Y eso está muy lejos de suceder. Se abre necesariamente, la negociación política. Se verán después, beneficiarios y víctimas. Y si no, al tiempo.
HOJEADAS DE PÁGINAS… El aumento del salario mínimo a 102.68 pesos diarios a partir del 1 de enero de 2019, no implica que los comerciantes voraces incrementen sus precios como lo han venido haciendo, aun antes de que acabe el 2018. El aumento a los precios en los productos se aplica cuando la inflación se dispara. Si sube el salario mínimo y no hay turbulencias en las finanzas públicas, el aumento a los precios no se justifica. Porque de nada serviría aumentar y recuperar el poder adquisitivo del salario, si se va a topar con aumentos de precios en escala. La Profeco tiene mucha chamba en 2019.