Los reacomodos responden a la coyuntura. Y los partidos políticos pequeños o bonsái, encarecen la negociación con el Morena, a fin de caer parados y no perder su registro en una elección que definirá el cobro de corruptelas hacia ellos debido a sus perversas alianzas partidistas. Y a la utilización del mismo y desgastado discurso de «la izquierda» para engatusar a los sectores sociales más empobrecidos.
El punto, si se mira bien, es que en Guerrero el partido presidencial ha caído presa de las desbordadas ambiciones de poder de quienes pretenden convertirse en ‘el agraciado’ para la candidatura a gobernador. Pero sin haber entregado resultados como funcionarios. Al respecto, hay puntos que no pueden dejar de leerse.
BONSÁIS: VENDER CARO SU AMOR. – Los desacuerdos afloraron muy temprano en los partidos pequeños que pretender ofertarse como los picaportes para acceder al poder estatal. Pero las cifras y las actitudes son al final de cuentas, las que hablan.
1.- En la elección de gobernador del 7 de junio de 2015, tanto el Partido del Trabajo (PT) como el Partido Verde (PVEM), no captaron juntos, el 10 por ciento de la votación total. El primero de ellos alcanzó el 4.40 por ciento de los votos. Y el segundo, apenas el 4.17 por ciento. Curiosamente, ninguno de los dos buscó la alianza que hoy arañan y negocian con el Morena, un partido que, al participar por primera vez en una elección, fue solo a competencia con su candidato Pablo Amílcar Sandoval. Rodó hasta el quinto lugar con el 2.77 por ciento de los votos.
Era claro que, en aquella pelea, la disputa se reducía al PRI y al PRD. Hoy, por esas extrañas, atípicas y absurdas mezcolanzas de intereses inconfesables, irán juntos a la próxima elección de gobernador. Sin ningún tipo de rubor ante un electorado que no solo la percibe desesperada en un entorno de alta competencia, sino francamente grotesca y desfigurada.
2.- Cada elección es diferente. Y en la de 2015, había un agravio pendiente por cobrar contra el PRD, derivado de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en Iguala. Una situación que favoreció de rebote, al PRI.
En la elección de 2021, el agravio se ha mudado al PRI por cuando menos tres circunstancias: no haber zanjado como gobierno federal y estatal para dar con el paradero de los 43 estudiantes; la apabullante derrota electoral de 2018 propinada a una militancia tricolor indispuesta a cambiar y sustituir sus viejos rostros; y estar muy lejos de alcanzar el orden y la paz, una divisa de campaña electoral prometida y utilizada por el actual gobernador tricolor Héctor Astudillo, con el fin de ganar la elección.
Por eso, tanto el PT ―que en 2015 fue aliado con el PRD― y el PVEM ―que tendió alianzas con el PRI―, buscaron convenciera y mañosamente, la alianza electoral con el Morena. Nunca con sus antiguos aliados.
3.- La ruptura entre PT-PVEM con el Morena estribó en un hecho asociado a los repartos de los territorios. Además de ser excluidos para postular al candidato a gobernador; la asignación de candidaturas en diputaciones federales, locales y alcaldías, no alcanzó el número demandado por PT-PVEM. Y debido a ello, los dirigentes de ambos partidos ―Victoriano Wences Real y Alejando Carabias Icaza, respectivamente― amagaron con ir más lejos: fracturar también su alianza con el Morena, por el gobierno estatal.
El punto es que cómicamente y en dicho escenario, ambos partidos se quedarían como el perro de las dos tortas: ni con PRI-PRD ni con Morena. Tendrían que ir aliados o de plano, cada cual por su lado. Lo cual implicaría un riesgo mayor.
Es decir, la posibilidad de que ambos partidos políticos pierdan su registro. Un escenario óptimo para los ciudadanos que desean de plano, acabar con este zanganismo político hecho costumbre en democracias torcidas, mercantilizadas y con personajes acostumbrados a vivir pegados eternamente al erario público. PT-PVEM atraviesan así, su propia y determinante encrucijada.
HOJEADAS DE PÁGINAS… En la frialdad de las cifras, a Pablo Amílcar Sandoval no le alcanza para ganar la encuesta del Morena, que definirá el candidato a gobernador. Porque después de Félix Salgado -quien, por los mensajes enviados desde el propio partido presidencial, ya estaría fuera de la medición- la mejor posicionada de la “izquierda”, es la ex perredista Beatriz Mojica Morga. Por eso lo que causa prurito es que, como en los viejos cacicazgos priistas, si Pablo no gana, arrebate.