“Cuando me dijeron que era positivo ya no me sorprendió. Me fui a clases, normal como cualquier día. Pero en la escuela me di cuenta de lo que era y entré en una crisis”, recuerda David, quien padece el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Este 1 de diciembre se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra el SIDA. El sitio de noticias, La Silla Rota presentaron la historia de David, un joven de 29 años que vive con el virus desde hace dos años.
Hace dos años, cuando cursaba la maestría en Psicoterapia Familiar y de Pareja, David decidió hacerse la prueba de VIH.
Tenía casi un mes enfermo de gripa y tos, no se aliviaba. “Yo ya imaginaba mi diagnóstico. Estaba en contacto con este virus por amigos, conocidos. Entonces un día después de tener tos y gripa por cuatro semanas decidí hacerme la prueba”, relata.
El joven no dimensionó lo que ocurría, fue hasta que llegó a la escuela cuando reaccionó y entró en una crisis por lo que implicaba tener VIH.
Sin embargo, tuvo el apoyo de amigos, compañeros y maestros de la escuela en esos momentos. “No me cayó el 20. Me fui a clases, a la maestría, y ya que llegué a la escuela me di cuenta, pero tuve la suerte de estar en la maestría, soy psicólogo y tuve el apoyo de compañeros, amigas, maestros”, explica.
Desde ese momento, la vida de David cambió para siempre. Sin embargo, en contra de lo que muchos piensan todo fue para bien.
El tratamiento
El psicólogo comenzó con su tratamiento médico, mejoró su alimentación, su manera de vivir y sus relaciones sociales.
“A partir de eso, inicié mi tratamiento. Cambió totalmente mi vida, pero para bien. Empecé a llevar una mejor calidad de vida en cuanto a alimentación, comportamientos y mejoré en mis relaciones interpersonales”, resalta.
A los tres meses de tomar diariamente una cápsula formada de cuatro fármacos -conocida como Terapia Antirretroviral de Gran Actividad- notó una mejoría en su salud.
Después de otros seis meses David llegó a la etapa en la que el VIH ya no afecta su sistema, no lo transmite y es indetectable en las pruebas.
“Por suerte yo no tuve complicaciones, a los tres meses dejé de enfermarme tanto y a los seis meses llegué a un diagnóstico que se llama indetectable, esto quiere decir que la cantidad de virus en el organismo es tan baja que resulta indetectable; las pruebas de VIH no lo detectan. No causa ningún daño al organismo, se deja de transmitir el virus y con esto el padecimiento deja de ser “degenerativo, sólo es un padecimiento crónico, ya no hay un avance”, detalla.
Hoy en día, el joven psicólogo lleva una vida cotidiana. Trabaja como psicólogo y terapeuta en la Red Mexicana de Personas que Viven con VIHSIDA, tiene una pareja estable y apoya a los jóvenes que se enfrentan por primera vez a una prueba positiva de este virus.