Guerrero. – Retratar a Carlos Daniel, de un año de edad, fue el primer trabajo del día de Tenoc, y el que le aseguró un plato de comida en su mesa por uno o dos días más a lo mucho. Los cien pesos, dos billetes de 50, que le pagaron los jóvenes padres al recibir el retrato de su hijo pequeño, le cayeron del cielo.
Su vida es así desde hace unos 25 años, trabajando siempre en la informalidad, como muchos adultos mayores, que ni la vejez los obliga a desacelerar el paso. Todos los días realiza el mismo ritual. Dedica de tres a cinco horas para buscar qué o quién pague por sus servicios.
Él, dice que las mujeres son las que más lo buscan para ser retratadas, quizás porque tienen mayor confianza de posar para ser inmortalizadas en una hoja de papel de 21×29 centímetros, siempre y cuando, el dibujante les garantice un rostro excelso, con ojos, pestañas y labios grandes. Son muy vanidosas, dice entre una ligera sonrisa.
La tacañería es uno de sus enemigos. Un grupo muy reducido de personas es el que siempre se anima desembolsar un dinero para uno de estos trabajos.
– Yo le puedo decir que aquí la gente no valora el trabajo… en México un cuadro como este lo venden hasta en 500 pesos.
– ¿Aquí la gente que le dice, si usted los da a 100 pesos?
– Hay gente que dice que está muy barato, igual, es que yo cobro eso porque si
les cobro más caro no me los pagan, la gente nada mas se ríe y se da la media vuelta, pero es que desconocen el trabajo.
Haciendo cuentas, con el retrato del que ya hablamos, del niño que en los últimos minutos hizo un ligero berrinche, ya son cinco los que Tenoc ha hecho desde mediados de marzo, que fue cuando el gobierno decretó una jornada de distanciamiento social y el cierre de toda actividad no esencial, por lo que, de entrada, debido a estas medidas y al temor que sentía de enfermarse, tuvo que encerrarse en su vivienda por casi dos meses, en lo que analizaba que seguiría los días siguientes.
Hoy, asegura que aun con el miedo a la enfermedad y a las cifras de decesos, ya con 70 años recorridos si le tocaba, ni modo.
Estas medidas, implicaron entre otras cosas el cierre parcial del primer cuadro de la ciudad, el que ha sido el área de trabajo de Tenoc desde hace ya un cuarto de siglo y el que ha recorrido a diario para ganarse unos cuantos pesos.
Su forma de vida, antes y después del coronavirus probablemente será la misma, con la única excepción de que ahora usa un cubrebocas durante gran parte del día, y al que ya se empieza a acostumbrar porque ve en él, un articulo que lo ayuda a protegerse de los gases contaminantes que generan a diario los vehículos que simplemente no pueden ser dejados en casa.
Después de su primer dibujo, descansa un rato en una de las jardineras ubicadas a las afueras de la entrada principal de la Catedral de Santa María de la Asunción, desde la que platica acerca de algunas técnicas de dibujo, de Da Vinci y de cómo le hizo para tener ingresos en los meses pasados, donde su actividad se volvió “no esencial”, cuando para él lo significa todo.
Su salvación fueron los “trabajitos” en hojalatería y pintura que le salieron, más una pensión que le da el gobierno por ser un adulto mayor. Una que otra vez, salía a buscar clientes para retratar, aunque en esto no tuvo mucho éxito.
Como hombre de fe, no solo cree en Dios, sino en el virus, aunque no haya escuchado en su círculo más cercano, que es el de sus vecinos, de alguien que haya muerto a causa de problemas respiratorios que se le atribuyan al coronavirus.
Hoy salió muy temprano de su casa, ubicada en la colonia Moctezuma con rumbo al centro para probar suertes. Le cayó de sorpresa que una parte del zócalo, había sido liberada por fin de las vallas metálicas, que habían sido colocadas para delimitar un área no permitida.
En sus 70 años de vida, ha sabido de gente que muere a causa del Sarampión, de Paludismo y hasta Influenza.
Carga consigo un par de gomas de borras, un lápiz, un sacapuntas en forma de coche y otros tres lápices de colores Prismacolor, los trae dentro de una mochila en la que resaltan las siglas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Le tiembla la mano al tomar su lápiz para ser fotografiado.