Nada es más tortuoso a la conciencia, que el silencio. Razón que me obliga a cuestionar una formal Pre candidatura a la Presidencia Municipal de Acapulco, por El Partido Movimiento Ciudadano, que postula a Ricardo Mejía Berdeja.
Creo que a los acapulqueños, debe indignarnos, no cuestionando su derecho como ciudadano, sino su ausencia e improductividad en la vida y desarrollo de nuestro Municipio.
Se dice que en la vida, debes tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro, esto lo haces en un espacio y territorio determinado, eso motiva arraigarse a la tierra, sentirla, vivirla en su abundancia y en su escasez, vivir sus triunfos y sus fracasos.
Escribir un libro es desarrollarse en sus aulas; plantar un árbol, es vivir de sus frutos, es decir tener su empresa, invertir en negocios, en su taller en su industria, es decir, arriesgar por su tierra; tener un hijo, es preparar a una generación, que prolonguen el amor a su terruño. Que echen raíces.
Nada de eso ha tenido El Precandidato de MC, en este municipio, llegó hace aproximadamente 10 años; en toda una década, solo ha vivido del poder público, a través de un partido político, nada ha arriesgado por la Ciudad, ni una fuente de empleo, ninguna cátedra impartida, ninguna aportación a la vida económica y productiva en el espacio que pretende gobernar, solo el discurso ríspido, rudo y confrontante.
Ese Partido que lo postula, cuenta en sus filas, con militantes que han arriesgado por Acapulco; están marginados, por quien ha representado a Coahuila, donde realizó su actividad política y si no se enfrentó a los Moreira, prefirió el placer y las canongíass de un partido, a desenmascarar y enfrentar a los hermanos coahuilenses.
Él vicio del sistema lo alcanzó, con el beneplácito de la dirigencia de su partido, reparte despensas y otras dádivas, las otorga discretamente, a empleados públicos y líderes diversos.
Espero explicarme: no es admisible que nos pretenda gobernar, quien nada aportó al desarrollo de nuestra comunidad, ¿en qué escuela primaria estudió? ¿a qué generación pertenece? ¿qué despacho o comercio abrió, ¿donde trabajó como empleado o ejecutivo en está ciudad?
No, no creo que Acapulco merezca esa irrupción. No es un ataque a su persona, sino a su pretensión política, no deshonro su personalidad, sino su objetivo, que sin mérito alguno, lo asemejo a un abordaje, a un asalto a la buena fe de los acapulqueños.
No basta un apellido ilustre, ese es el esfuerzo de sus antepasados, lo que cuenta es la identificación del paisanaje natural y vecinal.
Finalmente los electores tiene la palabra. Por mi parte, lo seguiré cuestionando. Quisiera centrar el tema.
Mi opinión no es de que no lo permita la Ley, sino que no lo permitamos los acapulqueños. Pondré un ejemplo: El Señor Trani Zapata, venía de Ometepec, muy joven, invirtió en Acapulco, trabajando desde abajo, creo una de las ferreterías más surtidas de la Ciudad, invirtió, abrió fuentes de empleo, generó impuestos y nadie se opuso a que fuera alcalde aún por designación. El pueblo acapulqueños conocía de su esfuerzo, al igual que el del Doctor , Martín Heredia y muchos más.
No cuestiono el origen sino el esfuerzo y el de jugársela por el terruño.
El propio Jorrin, invirtió su patrimonio y se la jugó en el ramo escolar por Acapulco, pero ¿Mejía Berdeja? ¿Qué riesgo de capital, intelectual, laboral, comercial ha tenido? Sólo la influencia de la amistad y la burocracia partidista, eso no lo merece Acapulco.
Me dirijo a los acapulqueños y acapulqueños, haciendo esta reflexión.