A causa de la diabetes[mellitus] tipo 2 perdí la vista […] Me dijeron que tenía principios de insuficiencia renal “, narra José Refugio Chiapa Vázquez de 54 años y quien en su juventud llegó a pesar más de 100 kilogramos.
José Refugio padece retinopatía diabética que, de acuerdo con la Asociación Americana de la Diabetes, es la tercera causa de ceguera irreversible en el mundo y la primera en personas en edad productiva en países en vías de desarrollo. También sufre insuficiencia renal crónica (IRC), como 140 mil mexicanos. De ellos, sólo la mitad recibe atención en el sector salud, según la Fundación Mexicana del Riñón.
Cuando tenía 32 años fue diagnosticado con diabetes mellitus tipo 2 –enfermedad no transmisible por la que el Gobierno de México decretó una alerta epidemiológica en 2016–. Antes era mecánico automotriz y chofer. Hoy está desempleado y requiere asistencia, por lo que Gabriela Olguín Pedraza, su esposa, también abandonó su empleo para cuidar de él. Ambos dependen económicamente de sus hijos.
Durante los primeros años de la enfermedad se atendió en el Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS) que cuenta con 43.4 millones de afiliados, al perderlo se acercó al Seguro Popular –que brinda servicio a quienes no se encuentran inscritos en alguna institución– y atiende a 55.6 millones de pacientes.
Sin embargo, existe una amplia brecha de desigualdad en los servicios de salud: quienes están afiliados al Seguro Popular –que depende del presupuesto de la Secretaría de Salud– tienen acceso a un catálogo de mil 603 intervenciones médicas entre las que se cuentan diagnósticos, vacunas, cirugías y tratamientos, pero no cuentan, por ejemplo, con el tratamiento para la insuficiencia renal –padecimiento que sufre José–, mientras instituciones como el IMSS, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y los hospitales de Petróleos Mexicanos (Pemex) sí brindan ese servicio.
“A mí cuando me dio diabetes, yo tenía Seguro Social. El doctor que estaba ahí, creo que nunca me vio a la cara […] Me mandó a hacer análisis y me dijo: ‘es usted diabético, va a ir al auditorio a que le den una plática’. Me dio medicamento y ya”, cuenta.
En el Seguro Popular la atención tampoco ha sido la mejor: hay escasez de medicamentos, por lo que continuamente se ve en la necesidad de comprarlos por su cuenta. El país está situado en el segundo peldaño entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con el mayor porcentaje de gasto de bolsillo dirigido al rubro: 41 por ciento; mientras el promedio se encuentra en 21 por ciento.
“Las medicinas hacen falta. Me dice el doctor: ‘pues no hay medicina […] tiene que comprarla porque aquí no hay’. ¿Y ora para comprarla? Y no está tan barata, cuesta 300 o 400 pesos”, destaca.
Sin embargo, existe una amplia brecha de desigualdad en los servicios de salud: quienes están afiliados al Seguro Popular –que depende del presupuesto de la Secretaría de Salud– tienen acceso a un catálogo de mil 603 intervenciones médicas entre las que se cuentan diagnósticos, vacunas, cirugías y tratamientos, pero no cuentan, por ejemplo, con el tratamiento para la insuficiencia renal –padecimiento que sufre José–, mientras instituciones como el IMSS, el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y los hospitales de Petróleos Mexicanos (Pemex) sí brindan ese servicio.
Con información de www.sinembargo.mx