Guerrero. – La meta del día para doña Mari, es regresar a su casa con algo de dinero, con la menor cantidad de mercancía y con los ánimos para celebrar con su familia el Día de las Madres en lo que resta del domingo.
Desde hace varios años, instala su florería en una banqueta afuera del Panteón Central de Chilpancingo, el cual, permanece cerrado desde la semana pasada como medida para frenar los contagios por Covid-19.
La jornada la inicia con “tristeza”, dice refiriéndose a las escasas ventas, generadas desde hace ya varias semanas por el distanciamiento social que ordenó el gobierno.
A diferencia del año pasado y de otros años, las calles que dan acceso al panteón lucen vacías, apenas circulan algunos vehículos, en la puerta cuelga una lona con la leyenda “zona de alto contagio”.
Doña Mari se acompaña de otras vendedoras, de atole, dulces, gorditas y quesadillas, que al igual sufren de las inclemencias de la pandemia.
Es originaria de Tixtla, y desde allá se traslada a Chilpancingo para ofrecer flores de terciopelo, margarita, nube y la tradicional Cempasúchil. Aunque en días como hoy, lo principal es la rosa en cualquiera de sus colores.
En este día, la idea es vender flores y arreglos a las personas que llegan hasta el panteón para visitar a sus madres difuntas, pero que se toparon con el cierre sorpresivo del lugar, pese a que esa medida fue informada con anterioridad.