Como candidato fue muy bueno, pero como gobernante resultó ser un desastre. Creyó que el poder nunca que se le acabaría y que el pueblo de Chilpancingo siempre estaría con él.
Es cierto, inauguró la primera alternancia en Chilpancingo, ya que en 2018 derrotó en las urnas al PRI, instituto que gobernó ininterrumpidamente 89 años a la capital guerrerense. Y fue a través de una alianza de tres partidos como llegó a la Presidencia Municipal: el PRD, el PAN y Movimiento Ciudadano.
En efecto, me refiero a Antonio Gaspar Beltrán, quien durante dos décadas militó en las filas del PRI y del que se benefició con importantes cargos en la administración pública municipal.
En 2012 y a invitación de Ángel Heladio Aguirre Rivero, en ese entonces gobernador de la entidad, llega al PRD e inmediatamente es postulado como candidato a diputado local por el distrito 02 de Chilpancingo. En lugar de sumarse a Izquierda Progresista de Guerrero (IPG), expresión política cuyo líder moral es Ángel Aguirre, Antonio Gaspar decide integrarse a Grupo Guerrero del ex senador David Jiménez Rumbo. Ingratitud pura.
Tres años después busca la Presidencia Municipal y pierde ante el priista –ahora matraquero de eso que llaman Cuarta Transformación– Marco Antonio Leyva Mena, quien se caracterizó como un gobernante soberbio y alejado del pueblo que ciegamente votó por él.
Toño Gaspar, como popularmente lo conocen desde joven, aprovechó muy bien las expresiones de inconformidad de los chilpancinguenses hacia la administración de Leyva Mena y se posicionó en las encuestas como el aspirante más fuerte para la Alcaldía capitalina.
Si algo caracteriza a Toño Gaspar es que siempre sale mal con sus aliados políticos. En 2018 ya no lo respaldó Jiménez Rumbo como precandidato a la Alcaldía, sino Nueva Mayoría, la expresión política que dirige Evodio Velázquez Aguirre, su amigo y compadre.
Como candidato se asumió como un hombre de izquierda, honesto, de buen corazón y muy creyente de Dios.
Pidió una oportunidad al pueblo para ser alcalde y se lo dieron. El problema es que Toño Gaspar empezó a extraviarse a los pocos meses de probar las mieles del poder, ya que se rodeó de colaboradores sin experiencia en la administración pública y de cortesanos, quienes al oído y públicamente le decían que “todo estaba bien” y que hiciera caso omiso a las críticas de sus adversarios políticos y de la prensa.
Otro de sus desaciertos como gobernante fue seguir peleándose con medio mundo y traicionar a los que lo apoyaron en sus dos campañas a la Alcaldía. De hecho, hasta salió mal con la presidenta del DIF Municipal, Yasmín Arriaga Torres, a tal grado que renunció hace un año a ese cargo honorífico y se sumó, primero al PT y luego a Morena.
La mayoría de los ciudadanos confiaron en su proyecto de gobierno, sin imaginar siquiera que estaban apoyando a un mitómano e ingrato sujeto, quien durante tres años se la pasó quejándose y lloriqueando que no tenía presupuesto para realizar más obras y resolver los problemas que aquejan al pueblo de Chilpancingo.
Se atrevió a decir también que estaba dispuesto a dejar la Alcaldía en 2019 a un militante de Morena, para ver si de esa manera el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se sensibilizaba y avalaba un rescate financiero que él había solicitado junto con la mayoría de los integrantes del Cabildo.
Ni solicitó licencia como alcalde y mintió varias veces en que no buscaría la reelección 2021. Y no sólo eso. Sus “magníficos” asesores le dijeron que “estaba” en condiciones para ser candidato del PRD a la gubernatura.
Hubo encuestas en que destacaron su nombre, en ocasiones muy por arriba de su compadre Evodio Velázquez y de otros personajes del Sol Azteca y del PRI. Sólo él se la creyó. ¡Zas!
Gracias al gobernador Héctor Astudillo Flores, su ex jefe político y que traicionó en 2012, a Chilpancingo no le fue tan mal, ya que siempre trató de sacar al buey de la barranca.
Desde luego que al mandatario estatal le preocupa, no la pésima imagen de Toño Gaspar, sino los problemas que éste ocasiona por retenerles durante varios días los salarios de miles de trabajadores del Ayuntamiento y de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (Capach); problemas que perjudican a todos los ciudadanos, ya que en su desesperación los trabajadores inconformes han tenido que bloquear las principales vialidades de la capital del estado y tomar el Palacio Municipal.
Dentro de 22 días dejará de ser presidente municipal de Chilpancingo y se irá por la puerta trasera, ya que la mayoría de los chilpancinguenses lo repudia por irresponsable y por incumplir con el cambio que prometió en 2018.
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