Cutzamala de Pinzón, el único municipio en Guerrero que puede presumir tener una gran presa y una hidroeléctrica que produce luz, a la vez no tiene nada.
Los ejidatarios, que habitan cerca de la presa El Gallo entre los límites de Guerrero y Michoacán, tienen para vivir el recuerdo de la expropiación de sus tierras.
A las 64 familias del pueblo de Amilpillas no las han indemnizado por sus terrenos de cultivo que la Comisiona Nacional del Agua (Conagua) les invadió e inundó, el día martes 5 de junio de 1998.
Han pasado 26 años que la presa El Gallo fue construida en el ejido La Cañada, invadiendo tierras de dos ejidos más: Amilpillas y la Playa. En esa presa, la empresa mexicana Mexhidro instaló, en 2007, una hidroeléctrica generadora de energía de luz, para vender el servicio a las compañías Siderúrgica Tultitlán, Colchas de México, Corporación Moctezuma, Chrysler de México, Good Year Oxo de México, General Motors de México, Nissan Mexicana, Cementos Cruz Azul.
Además de esas empresas, la luz que se produce en Cutzamala, se envía también para la Ciudad de México, a los municipios de Tlanepantla, Naucalpan,Atizapán, Netzahualcóyotl, Ecatepec, Toluca, Cuautitlán Izcalli del estado de México y, para Acapulco, Chilpancingo Iguala en Guerrero y Cuernavaca, estado de Morelos, así se cita en el Diario Oficial de la federación, bajo el decreto presidencial, aún vigente, DOF: 24/05/1982
Mientras Conagua y Mexhidro se benefician con la presa y la hidroeléctrica en Cutzamala, con ganancias de más de un millón de dólares diarios, los ejidatarios de La Cañada, (lugar donde se ubica la presa El Gallo) y los habitantes del pueblo Nuevo Amilpillas, solo tienen recuerdos, deudas, y decenas de minutas firmadas donde la Conagua y del gobierno federal les indica que se les pagará por sus predios.
Los habitantes también una esperanza, que es una sentencia de parte del tribunal agrario de Iguala donde resolvió que la Conagua debe replantear los términos de pago a los ejidatarios de La Cañada y Amilpillas, porque solo se han cubierto los bienes distintos a la tierra como son: la construcción de casas, huertas, animales de granjas y corrales, más no el pago de la tierra y mientras los predios no estén liquidados, los ejidatarios siguen siendo los dueños y deben obtener un pago con un precio actualizado.
Desde el año de 1998, fecha en que los ejidatarios salieron de sus hogares y ahora viven en lotes artificiales sobre una barranca de 70 metros en el ejido La Cañada, aledaña a la cortina de la presa, han emprendido dos movimientos en busca de la indemnización, así lo declara Pablo Espinoza Gorostieta, uno de los afectados, quien después de dos intentos (2006 y 2013), buscó la indemnización de las tierras de él y sus vecinos, y tuvo que ir a parar a la cárcel acusado de invasión a las vías de comunicación
Los ejidatarios de Cutzamala, han decidió nuevamente emprender la batalla por el pago de sus tierras, se declaran pobres; sin viviendas, sin tierras para labrar. Desde hace 26 años, tuvieron que cambiar de vida: primero, dejaron sus hogares porque la presa El Gallo las inundó y luego dejaron la agricultura por la pesca, porque más de 5 mil hectáreas de tierra fértil quedaron bajo el agua.
La pesca en la presa El Gallo, tampoco es garantía de trabajo, los pescadores y productores de pez tilapa, denuncian la falta de ayuda de los tres órdenes de gobierno y el incumplimiento de pagos de parte de las empresas subcontratadas por la hidroeléctrica Mexhidro, que causaron la muerte de miles de peces que permanecían en cultivo en años anteriores.
En la presa El Gallo, laboran pescadores, de los ejidos Amilpillas, La Cañada, Arrollo Grande, La Playa y Albarrán, actualmente la actividad pesquera disminuyó porque desde 2013, la hidroeléctrica decidió bajar el flujo del agua, lo que causa la falta de oxígeno y afecta la producción de la tilapia en las jaulas de las cooperativas pesqueras.
Tan solo en 2024, los pescadores estiman una pérdida de 20 toneladas de mojarras; mientras que en 2022, la mortandad fue de 50 toneladas y las pérdidas no han sido saldadas a los productores.
Pablo Espinoza Gorostieta, uno de los líderes de las ocho cooperativas de la zona que son cinco pesqueras, dos ganaderas y una de producción de mangos, afirma que actualmente la pesca en la presa está detenida, porque las mojarras están en crecimiento y solo algunos pescadores lograron salvar algunas especies que exportan al mercado de Las Vigas en Ciudad de México.
De las mil 500 jaulas de criaderos que existen en la presa El Gallo, solo 500 permanecen activas, lo que representa un 30 por ciento del total de los pescadores, por lo que algunos han decidido no seguir ante los altos costos de producción.
Espinoza Gorostieta, afirma que los pescadores no han tenido ayuda gubernamental, no han recibido ni una lancha, alimento, ni ejemplares para criarlas y varios pescadores tienen deudas, como él de hasta un millón de pesos por la compra de alimento para la mojarra.