A espaldas de su palapa, que por más de 60 años estuvo de pie alimentando a él y su familia, Roberto Clavel de 68 años, propietario del restaurante “El Tiburón”, observa los restos de su negocio que ahora y por cuenta propia le toca levantar y mirar hacia adelante, tras la destrucción de “Otis”, en Acapulco.
En la zona tradicional de Caleta, el restaurante le fue heredado por su madre, recuerda Roberto, mientras narra que él desde los 4 años conoció el local que ahora debe reconstruir pues solamente ruinas quedaron del lugar que, por años, han disfrutado miles de turistas.
Con escoba en mano para iniciar los trabajos de reparación, voltea a ver la palapa “primero vimos, después lloramos y ahora hay que ir para adelante. No podemos estarnos lamentando”.
Afirma que la destrucción de “Otis”, no es comparada con el paso del huracán “Paulina” en 1994, “sí Paulina hubo muertos, pero en ese tiempo había más comunicación, había carencias pero no como ahorita, pero lo de Otis fue horrible”.
Él y su familia, se refugiaron en su vivienda, cerca de Caleta, y tras horas de escuchar los fuertes vientos “que parecía que estaban gritando”, lograron salir después de las 4 de la mañana, sin si quiera imaginar el escenario que verían más tarde.
“El gobierno no ha venido aquí, entendemos que primero van a limpiar lo que es la cara de Acapulco y posteriormente se dedicarán a otros lugares, pero por ahora nadie ha salido para ayudarnos”, señala y explica que entre los mismos afectados se prestan una mano para ayudar a levantar los escombros.
Como otros sectores de la sociedad, aún espera la ayuda tanto humanitaria como económica, pero por su cuenta ha comenzado a levantar su negocio y con el, su único modo de vida desde hace 60 años.