Alguna mente brillante de las tantas que le rodean al alcalde Antonio Gaspar, le sugirió que hiciera una especie de audiencias públicas a través de Facebook, donde él es una especie de conductor y sus invitados son sus funcionarios.
Pregúntale al presi, pide a la población hacer sus peticiones y denuncias, sobre todo lo referente a servicios públicos, a través de una transmisión en vivo en Facebook.
El asunto es que los principales espectadores de este ejercicio de comunicación propio del siglo pasado, son nada más y nada menos que sus trabajadores, que dicho sea de paso, son los mismos que todo el día en todas sus publicaciones, lo llenan de halagos y felicitaciones… todo un dechado de virtudes.
Es un ejercicio controlado, porque a cada incauto que osa en cuestionarle la falta de respuesta a sus peticiones, una andanada de bots y trabajadores se encargan de contrarrestar los cuestionamientos, algunos hasta con insultos.
Pero fuera de sus redes sociales, donde Gaspar Beltrán no tiene el control para censurar comentarios, bloqueando a usuarios de Facebook quienes le reprochan su ineptitud, el juicio popular es duro, bastante duro.
Estos reproches y la simulación de su gobierno, fueron expuesto en datos recientemente, a saber:
A finales del año pasado, la consultora Varela y Asociados presentó en la prestigiada revista Campaing & Election Mexico el Ranking Nacional de Alcaldes: Gaspar Beltrán se colocó dos veces en el grupo de los cinco peores alcaldes del país.
En un reciente ejercicio similar al de Varela, la encuestadora Mitofsky, presentó en los primeros días del año su encuesta de alcaldes. El estudio reveló que el 63% de los encuestados rechazaba su forma de gobernar.
Y es que la mercadotecnia y la publicidad poco pueden hacer cuando un producto o servicio es intrínsecamente mediocre.
Alguien debería hacerle ver que acogerse al discurso de culpar a la federación de la falta de resultados o culpar a las administraciones pasadas del quebranto financiero (aunque él sea parte de esas pasadas administraciones) y lo más reciente: endilgarle la responsabilidad a la ciudadanía por no pagar impuestos o el servicio del agua que no tienen, están por acelerar su tumba política.
Pregúntele al presi es un ejercicio para la vanagloria y soberbia de Gaspar que no sólo exhibe con extremo desdén la manera en que trata los problemas que aquejan a la ciudadanía, sino como un gobernante dispuesto a exponer la ineptitud de un equipo impreparado -del que ha dicho que no importa que no tengan estudios-, antes de aceptar que el cargo que tanto buscó, le quedó bastante grande.