¿Y qué voy a comer? Así responde don José, de más de 70 años, cuando se le pregunta por qué no quedarse en casa, como autoridades sanitarias han recomendado, sobre todo por tratarse de una persona incluida en sector vulnerable.
Diariamente, el señor camina varias cuadras en el centro de la ciudad; de la mano lo acompaña su esposa que difícilmente camina y habla, debido a la avanzada edad.
La pareja vive al oriente de Chilpancingo y se dedica a la venta de semillas de calabaza (pepitas); él ofrece a 20 pesos la bolsa y ella carga un costal a medio llenar donde transportan su mercancía.
“Veo en las noticias lo del virus, pero si no salimos no comemos”, dice de manera tajante, mientras avanza por el ahora poco transitado andador Zapata, sin ningún tipo de medida sanitaria.
Una pieza de pan y dos botellas de agua, para él y su esposa, son suficiente alimento para iniciar su labor diaria por las calles de la capital. Negocios y clientes frecuentes, son sus principales consumidores.
“Alguna gente nos regalan algo para comer o tomar, nos compran semillas y seguimos caminando”.
Un solo gesto, es suficiente para saber que no quiere hablar de sus hijos, por lo que los temas se centran en su actividad diaria.
“A veces venimos toda la tarde hasta la noche, otros días acabamos temprano y hay días en que le duele algo a mi esposa y no podemos salir”.