En Chilpancingo se ha perdido la dicha de tomarse una “copa de pozole y una cazuela de mezcal”. Han quedado solo en el recuerdo las caminatas nocturnas bajo los árboles de jacaranda.
Los habitantes de Chilpancingo han pedido la dicha de vivir tranquilos y ha quedado solo en el recuerdo la tranquilidad de salir a las calles sin el temor de que algo te pasará.
La violencia en la ciudad ha crecido en los últimos años, y la capital se colocó como una de las más violentas del país, una de las peores para vivir y con la peor calidad de vida para sus habitantes.
De acuerdo con una encuesta del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), dado a conocer hace unas semanas, el 93.3 por ciento de los ciudadanos vive con miedo.
La ciudad dejó de ser conocida por su jueves de pozole y mezcal. El té de toronjil y su cemita. La gente cálida y el chirrionaso de los Tlacololeros.
Chilpancingo lugar de Avispa pasó a ser la ciudad de violencia con ejecutados todos los días que parece nunca tendrá fin y cada día se recrudece.