Los hermanos Tavira, músicos de Tierra Caliente realizaron una presentación en Francia el domingo, como parte de las acciones para difundir la cultura guerrerense.
Los músicos guerrerenses se presentaron como invitados en el Musée du Quai Branly-Jacques Chirac, como parte de la presentación de un libro elaborado por un grupo de jóvenes escritores franceses que reúnen aspectos de la música tradicional de la Tierra Caliente de Guerrero, la Huasteca y de Michoacán.
El titular de la Secretaría de Cultura del estado, Mauricio Leyva Castrejón, comentó que con mucho orgullo Los Hermanos Tavira, herederos de la música calentana, llevaron hasta Francia sus Sones y Gustos, Valses, Marchas y Pasos dobles que hicieran famosos los Tavira, familia con 150 años de tradición musical.
Este concierto fue organizado con motivo de la publicación del libro Folk Fiddle Tunes de Schott Music, una creación de tres músicos apasionados, Diego Brossollet-Hernández, Julia Chardavoine y César Juárez-Joyner, que tienen la misión de salvar anotando la música en papel esta herencia transmitida únicamente de forma oral y destinada a desaparecer con sus últimos grandes intérpretes.
Con un lleno completo de más de 500 espectadores y 300 personas más que se quedaron sin poder ingresar por falta de cupo, se anunció que Los Hermanos Tavira se presentarán el próximo martes en la clausura del festival de Cine Mexicano que se realiza en París.
Durante el evento las autoridades del Musée du Quai Branly-Jacques Chirac y organizadores agradecieron al gobierno de Guerrero que preside Héctor Astudillo Flores y a la Secretaría de Cultura del Gobierno a cargo de Mauricio Leyva, al gobierno de Michoacán, al Instituto Cultural de México y la Fundación Hermes Music Stresser Sra Pean, quienes permitieron a estos grupos ir a París a presentar su música y sus raíces.
En el evento se contó con la presencia del embajador de México en Francia, Juan Manuel Gómez-Robledo Verduzco, y el embajador Federico Salas, representante de México ante la Unesco.
El sonido mexicano es el resultado de una fascinante mezcla entre los ritmos frenéticos de los tambores de la época prehispánica y la música española, tanto barroca religiosa aunque profano, importado al Nuevo Mundo en el siglo XVI por los misioneros franciscanos y los colonizadores españoles.