La movilidad política reciente del exgobernador perredista Ángel Aguirre Rivero, responde a un esquema de presiones políticas bien precisas. No solo desde su individual proyecto por regresar al poder estatal con algunas de sus piezas, sino de formar por anticipado una alianza partidista con el PRI, partido del que, en realidad, nunca se fue.
Y tampoco del PRD, al que renunció el 11 de febrero de 2015, tras el arresto del su hermano Carlos Mateo Aguirre, acusado por la PGR, de peculado. Pero mantiene vigente su tribu Izquierda Progresista Guerrerense (IPG). El exmandatario estatal quiere en realidad, conservar intactos sus cotos de poder.
MOVILIDAD TEMPRANA. – El PRD está en franco declive. No solo en el plano nacional, sino también en el local. Las señales son elocuentes:
1.- En abril de 2018, el dirigente nacional del PRD, Miguel Granados Covarrubias, anunció haber iniciado “el proceso de expulsión del PRD” del gobernador de ese partido en Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, por hacer públicos sus apoyos al excandidato del PRI a la presidencia, José Antonio Meade.
Nada pasó. Apenas el pasado 29 de enero, la Dirección Nacional Extraordinaria del PRD, en voz de Ángel Ávila Romero, le brindó “su total respaldo” a las acciones tomadas por Silvano Aureoles, en su conflicto con la CNTE que bloqueaba las vías férreas en Morelia, Michoacán. ¿Así piensan seguir ganando elecciones?
2.- En el Congreso local de Guerrero, es un secreto a voces la alianza política soterrada de los diputados perredistas Celestino Cesáreo Guzmán y Bernardo Ortega Jiménez, con el gobernador Héctor Astudillo Flores.
Por eso se entiende que ambas fracciones legislativas estén en franca sintonía no solo para frenar a los inexpertos legisladores del Morena, sino para desgastar por adelantado al delegado federal, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, quien está convertido en el adversario político a vencer para la elección de gobernador de 2021, tanto del PRI, PRD, PAN y MC.
3.- El exgobernador Ángel Aguirre, mantiene también un acuerdo político de valores entendidos con el actual gobernador tricolor. De ahí se entiende entre otras cosas, que pasara como diputado local plurinominal por el PRI, el aguirrista Jorge Salgado Parra, cuando ya había quedado fuera.
Y en el PRD, empuja a la dirección colegiada de la dirigencia estatal, a la exdiputada local, Silvia Romero Suárez, su más visible cuadro al interior de las tribus. La movilidad anticipada de Aguirre se entiende: si conserva hilos de poder muy visibles al interior del PRI y PRD, es obvio que desea mantenerlos para el próximo sexenio que iniciará en 2021.
Pero en el hipotético caso de que Pablo Amílcar Sandoval se convirtiera en candidato del Morena y ganara la elección, dichos escenarios se desvanecerían para el grupo aguirrista. El grupo político del exmandatario estatal rozaría ahora sí, la extinción política.
4.- Por otro lado, el exmandatario perredista quiere enseñarle el músculo al Morena. Vender vigencia y rentabilidad política. Pero esa puerta no logró abrirla desde la pasado elección presidencial. Por eso habla ya, de una inminente alianza del PRD con el PRI para la elección de 2021, partidos en los que tiene amplia cancha política para jugar. Y quiere que el PRD local se desprenda del nacional, para lograrla.
Es decir, está focalizando los errores de ese partido en el plano federal, para ponerse a la cabeza de una eventual ruptura con las tribus nacionales. Y de esta forma, logra cuando menos dos cosas: se pone a la cabeza de esa eventual coalición PRI-PRD y abre la cartera de la negociación política tanto con las tribus locales como con el gobernador Héctor Astudillo.
Y, por otro lado, se cobra la afrenta hecha por la tribu los chuchos de Nueva Izquierda cuando lo dejaron solo en el asunto de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, hasta obligarlo a renunciar al gobierno de la entidad. Y después, cuando apresaron a su hermano Carlos Mateo Aguirre, bajo un presumible acuerdo político en lo oscurito, con el expresidente tricolor, Enrique Peña Nieto.
Así, la movilidad temprana de Aguirre intenta instalarse en la ruta de ganar-ganar. Pero es ampliamente factible que ocurra lo contrario.
HOJEADAS DE PÁGINAS
Chilpancingo volvió a convertirse en tiradero de cuerpos descuartizados, balaceras y levantones a domicilio. El edil perredista Antonio Gaspar Beltrán, simplemente no reacciona ante su nula capacidad para garantizar la seguridad pública a los capitalinos. Y ni el recién nombrado secretario de Seguridad Pública estatal, David Portillo Menchaca, le quiere entrar.