+El dirigente social resistió 22 años contra la presa La Parota de la CFE, un proyecto que han tratado “de imponer a sangre y fuego” en los Bienes Comunales de Cacahuatepec
Marco Antonio Suástegui Muñoz egresó como arquitecto del Instituto Tecnológico de Acapulco y sus planes profesionales eran seguir preparándose fuera de México para, después, regresar y crear proyectos en la zona rural de Acapulco: carreteras, puentes e infraestructura para que el agua potable llegara hasta los Bienes Comunales de Cacahuatepec.
Le parecía injusto que la zona donde nació y creció dotara de agua a la zona urbana del puerto y sus paisanos la carecieran. “Tenía grandes proyectos de ser un arquitecto prominente”. Los pueblos de los Bienes Comunales de Cacahuatepec están en la marginalidad.
Pero las circunstancias que estaban por enfrentar sus paisanos le cambiaron la jugada y lo convirtieron en una figura de resistencia en Guerrero. La Comisión Federal de Electricidad (CFE) empujaba la construcción de la hidroeléctrica La Parota en los Bienes Comunales de Cacahuatepec, lo que significaba la desaparición de los pueblos originales. Quedarían inundados.
Marco observó despojo, por mucho que las instituciones de los gobiernos, como en todos los proyectos extractivistas o de explotación de recursos naturales que respaldan, plantearan la oportunidad de desarrollo para la zona rural de Acapulco, mientras les ofrecían una reubicación.
Convencido del riesgo, el 28 de julio del 2003, a sus 27 años, comenzó una lucha social junto a los hombres y las mujeres de los Bienes Comunales de Cacahuatepec. “Tuve que regresar porque vi cómo iba a ser el despojo de las tierras de los campesinos, me di cuenta de que iba a haber una injusticia”. Crearon el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (Cecop), del cual Marco siempre fue vocero.
Pronto se distinguió como un líder de temple y discurso fuerte, pero de apariencia sencilla. El sombrero oscuro que usaba y el machete que traía terciado en la espalda le forjaron una identidad.
Conocía los Bienes Comunales de Cacahuatepec donde nació el 17 de enero de 1976, y sus planes, desde que regresó al terminar su carrera universitaria, eran permanecer ahí para siempre.
Así es desde la tarde de este domingo 27 de abril del 2025 que fue sepultado su cadáver en el panteón del poblado de Cacahuatepec. Murió el viernes 25 al octavo día del atentado armado que sufrió en playa Icacos, de Acapulco, donde rentaba motos acuáticas. Los casi 22 años que duró su lucha social enfrentó varios desafíos por su osada resistencia, la más “terrible” de su vida, la desaparición de su hermano Vicente.
Un dolor que nos tiene atrapados…
De manera intempestiva Marco se levanta de la silla y dice que se va porque seguro Vicente espera que lo busque. Su reacción es abrupta. Hace unos instantes reía, pero de pronto pareció molesto, como si sintiera culpa por haberse desconectado unos momentos de su pesar.
Antes, en entrevista, dijo que la desaparición de su hermano Vicente le pegó duro. “Me duermo pensando en mi hermano Vicente, sueño con mi hermano Vicente, despierto con mi hermano Vicente, desayuno, como y ceno con mi hermano Vicente”. Marco se despide y se va después de mirar repetidas veces a su alrededor.
La noche del 5 de agosto del 2021 unos hombres se llevaron a Vicente de la avenida principal de colonia Renacimiento, en Acapulco.
Vicente trabajaba como taxista y salió de su casa esa noche porque le pidieron un servicio que, Marco creía, fue un plan para llevárselo. En la avenida principal de Renacimiento, frente a la Secundaria Federal número 9, un pequeño carro rojo le cerró el paso y unos hombres lo interceptaron, lo bajaron, golpearon y se lo llevaron, de acuerdo con la reconstrucción que hizo entonces el líder del Cecop. No sabía si su hermano estaba herido, pero tenía la certeza de que dispararon para obligar a bajarlo del taxi.
Este entrevista ocurrió el l9 de octubre del 2021, frente a la playa Papagayo. La razón de que fuera testigo de la reacción inesperada de Marco fue que antes concedió una entrevista amplia para hablar de su lucha, que se convirtió en familiar, y la desaparición de su hermano de la cual tenía indicios de que estarían involucrados agentes policiales con otros grupos armados que en la zona se presentaban como autodefensas.
“Mi hermano está desaparecido y este sufrimiento, le decía yo, que eran como flechas mortíferas, que no solamente te atraviesan el cuerpo, no solamente te ha atravesado el corazón, sino te atraviesan el alma, rompen con tu tranquilidad, no hay paz en el corazón, hay una desesperación tremenda. No saber si Vicente está con vida, no saber si Vicente ya comió, si está enfermo o no, saber si lo están torturando, no saber si Vicente está sufriendo realmente, si está enfermo, realmente es algo que nunca había imaginado”, compartió antes.
Marco sabía que la situación que enfrentaba con su hermano era resultado de la resistencia de 18 años en ese momento–casi 22 hasta el día de su muerte–, porque se convirtieron en un “estorbo para los gobiernos que, sin duda alguna, van a seguir queriendo imponer a sangre y fuego el proyecto de la presa La Parota”.
También le quedaba claro que se la cobraban con el golpe más bajo. “No tengo miedo de morir, no tengo miedo de ser encarcelado, pero sí tengo mucho miedo de no encontrar a mi hermano Vicente con vida”.
Marco murió y tampoco lo halló.
Desmarañó la jugada
Cuando Marco enfrentaba la desaparición de su hermano ya había vivido momentos duros como dirigente social, como su encarcelamiento en el penal federal de Nayarit.
El vocero del Cecop fue de los dirigentes sociales encarcelados durante el gobierno de Ángel Aguirre Rivero (2011-2014, salió un año antes por el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa), considerado el periodo de este cuarto de siglo como el más letal para la lucha social, por el encarcelamiento y asesinato de activistas.
Lo aprehendieron en Acapulco el 17 de junio del 2014 y al día siguiente ya estaba en Nayarit. En el penal también estuvo presa la ex comandante de la Policía Comunitaria de Olinalá, Nestora Salgado, quien después fue senadora. Además, en el 2013 mataron a 13 dirigentes sociales, entre ellos Arturo Hernández Cardona, Rocío Mesino Mesino, Raymundo Velázquez Flores y Luis Olivares Enríquez.
Marco ya había estado preso antes y lo estuvo varias veces después. En 2004, en el periodo del extinto gobernador René Juárez Cisneros, al año siguiente de comenzar el movimiento contra La Parota, fue detenido por primera vez. Pero nada, como su año de reclusión en Nayarit, donde perdió 30 kilos de peso. “Cuando yo fui encarcelado en Nayarit pesaba 90 kilos, regresé con 60 kilos, o sea, perdí 30”, comentó en la entrevista de hace cuatro años.
Pero tampoco ese episodio sería lo último que enfrentaría, porque el 7 de enero del 2018, hubo un enfrentamiento entre policías comunitarios de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC), con los que Marco coincidía, y pobladores de pueblos vecinos en La Concepción, que forma parte de los Bienes Comunales de Cacahuatepec. Esto ocurrió en dos momentos, en uno de ellos, el gobierno estatal, entonces encabezado por Héctor Astudillo Flores, envió una operación policiaca a esta parte rural de Acapulco, al parecer para mermar la oposición a La Parota. El enfrentamiento dejó 11 muertos, entre policías comunitarios y pobladores.
Este hecho le valió a Marco su cuarto encarcelamiento con otros 37 integrantes del Cecop.
Después vendría la desaparición de Vicente quien, compartió Marco en la entrevista de hace cuatro años, había salido desplazado de los Bienes Comunales de Cacahuatepec entre 2019 y 2020.
Todos estos episodios ocurren en un acoso sistemático no solo de parte de agentes policiacos que los seguían, también de otros grupos de civiles armados. Marco compartió entonces que miembros de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), una organización de autodefensas que creó el dirigente na savi Bruno Plácido Valerio, que fue asesinado el 17 de octubre del 2023, estarían detrás de la desaparición de su hermano en colusión con agentes ministeriales y de otras corporaciones.
Entonces Marco ya tenía claro que para resistir ante las instituciones de Estado había que librar batallas con diferentes rivales. “La lucha social está en verdadero peligro porque ya no son los (policías) federales, ya no son los militares, ya no es el Ejército y la Marina quien desaparece. El gobierno utiliza a grupos criminales para desaparecerte, para asesinarte, para enterrarte vivo, para torturarte, para levantarte y eso es más peligroso”.
Marco Antonio Suástegui enfrentó todas las fases del riesgo por disentir.