Para muchos padres de familia, compartir fotografías y videos de sus hijos parece una actividad normal, pero ¿cuáles son las probabilidades de que alguno de esos niños al crecer, se sienta mal o incluso molesto de que exista un archivo fotográfico de sí mismo que él no pidió o sobre el cual no tiene control en la red?
Gonzalo Alonso, CEO de Cuentas OK, considera que eso quizá no es completamente culpa de los padres, quienes no crecieron en una era digital y que de forma inocente lo han hecho, pero que deberían tomar algunas medidas ante un problema del que no tuvieron que preocuparse en su infancia y que podría traer problemas a sus descendientes.
“Inocente es la palabra clave. No es una inocencia mala, es una inocencia de ‘lo que no sé’, y entonces para llenar nuestro ego personal y mostrarle al mundo que procreamos, y que lo hacemos bien, estamos privando de ciertas posibilidades, de cierta ‘virginidad digital’ a los niños”, dijo en entrevista para El Financiero.
El experto indica que con el auge de las redes sociales, tanto papás millennials que crecieron con este cambio de paradigma en la vida digital, como sus padres de la ‘generación X’ o ‘baby boomers’ y los padres de ellos, ahora abuelos y bisabuelos conectados que han aprendido a usar y seguirlos en redes sociales, han empezado a compartir los primeros pasos de estos niños con sus amigos en redes sociales y usualmente, con cualquier otra persona que pueda tener acceso a ellas debido a las cambiantes configuraciones de privacidad en estas plataformas.
Alonso considera que mediante dicha sobreexposición se le podría estar quitando a los niños el derecho a la privacidad digital, mismo del cuál nosotros no tuvimos que pensar en nuestra época.
“Si lo pensamos, todos nosotros decidimos cuándo y de qué manera quisimos iniciar nuestra vida digital con nuestra primera cuenta de correo electrónico y los primeros pasos en redes sociales”, indicó.
“Ahora, al contrario, les estamos negando a los niños esa posibilidad, de llegar a la edad adulta o adolescente con una vida digital en la que ellos decidan qué es lo que quieren tener ahí arriba”.
Si queremos verlo en términos más simples, y para ejemplificar, explica que debemos pensar en la fotografía de nosotros mismos que nos avergüenza. “Todos tenemos una y hemos hecho hasta lo imposible para que no llegue a los ojos de personas ajenas a nuestro núcleo familiar”.
“A los niños de ahora les están construyendo, sin su permiso, un acervo digital en el que hay todo tipo de imágenes de ellos, incluidos ese tipo de fotografías”, agregó.
Incluso, existen contenidos en línea que muestran a los niños no sólamente en situaciones vergonzosas, sino diciendo palabras altisonantes o haciendo señales obscenas ante la cámara, cuyas repercusiones no conocemos.
“La respuesta responsable es ‘no sabemos’, y por eso es que debemos tener cuidado. Tú no sabes si en 25 años tu hijo quiere representar a México como Embajador, y ya es conocido como el niñito que está diciendo esas cosas y puede tener repercusiones”, dijo.
Finalmente, Alonso señala que se debe moderar la cantidad de contenido que se publica en redes sociales sobre los hijos y hacer valer y respetar sus derechos digitales mediante consultas previas antes de hacer una publicación y limitándolas en cierto modo para no sobreexponerlos a la opinión pública de conocidos y desconocidos en línea.
“Debemos tener mucha consciencia, yo creo que nadie sale a la calle gritando el NIP de su tarjeta bancaria, pues hay que darle la misma relevancia al publicar este tipo de contenido. Quizá también preguntarle a los niños si podemos publicar ese video o fotografía antes de hacerlo”. dijo.
Alonso invitó a padres de familia y adultos que se rodean de niños a siempre recordar que lo que se sube a internet nunca será bajado, por lo que hay que pensarlo dos veces antes de realizar una publicación que involucre a menores de edad.