La quema de un camión y una urvan del transporte público paralizó buena parte de la ciudad y dejó a decenas de personas varadas en las paradas
Es la una de la tarde y la señora Yolanda lleva más de una hora esperando una urvan con destino a la colonia PRD. No sabe que el servicio fue suspendido, después de que hombres armados incendiaron una unidad de la ruta Amojileca–Chilpancingo.
En la parada ubicada frente al Centro de Salud de la Alameda, una decena de personas comparten la misma incertidumbre: el transporte no llega y la ciudad, otra vez, parece detenida por el miedo.
Algunos pasajeros ya conocen la razón. Otros, como doña Yolanda, no.
“No veo noticias y tampoco tengo celular”, dice, con preocupación, mientras comenta que sus hijos la esperan en casa sin saber dónde está.
Los pocos taxis que circulan se detienen brevemente. Los choferes bajan la ventanilla y preguntan:
—¿A qué colonia van?—
Pero ninguno acepta el viaje.
“Nadie quiere ir a las colonias, solo andan dando vueltas aquí en el centro”, comenta otra mujer, que también lleva más de una hora esperando. “De todos modos, toda la ciudad está igual”.
La suspensión del transporte se dio luego de dos ataques: primero, el incendio de un camión de la ruta Colotlipa–Chilpancingo, ocurrido durante la madrugada, y más tarde, la quema de una urvan de la ruta Amojileca–Chilpancingo.
Los hechos provocaron temor entre transportistas y usuarios, quienes recordaron lo ocurrido a inicios del año pasado, cuando una serie de ataques similares paralizó la capital durante varios días.
Mientras tanto, el centro de Chilpancingo mantiene un movimiento tenso: los comercios abren con cautela, los patrullajes aumentan y en las paradas, como la de la Alameda, decenas de personas siguen esperando que pase la próxima urvan, aunque saben que tal vez no llegará.