La guerrerense Ginna Jorge Ramírez, se convirtió en la primera mexicana en obtener el grado de maestría en Bioética en la Escuela de Medicina del Centro de Bioética de la Universidad de Harvard.
Gina es originaria de Chilpancingo donde vivió hasta los 18 años cuando se fue a estudiar a la Ciudad de México la licenciatura en Ciencias Políticas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Es hija única del matrimonio formado por la profesora Aurora Ramírez, y de Jorge Jorge quien falleció hace siete años.
Antes de concluir la licenciatura, ya tenía una especialidad en Bioética por la Universidad de Yale, pero eso a ella no le hace sentir especial ni diferente a los demás “más bien soy una chica promedio”, dice con mucha humildad.
Sobre su experiencia en la universidad dijo que, por ser la primer estudiante mexicana en el programa que cursó, fue difícil en principio porque los profesores tienen una realidad equivocada sobre México.
“Afortunadamente gracias a que hay una comunidad bastante grande de Mexicanos que estudian aquí en la Escuela de Gobierno, me sentí muy arropada y contenta de interactuar con ellos”.
Haciendo un balance, la ahora Maestra en Bioética, apunta que al final logró introducir un poco sobre la situación actual de México en el ámbito de la bioética y la ciencia política con su tesis “Violencia de género durante la pandemia”, un tema que abordó dado que siempre ha trabajado con temas de violencia institucional y estructural
“Básicamente aproveche la situación para visibilizar la situación en México con respecto a la violencia de género durante el confinamiento”.
Su cuenta de Facebook está inundada de mensajes de personas que la felicitan y que le manifiestan su alegría por ser un orgullo del país y del Estado, a caso un respiro en medio de las noticias de violencia, feminicidios y desapariciones que han marcado los últimos años a Guerrero.
Ginna recomendó a los jóvenes “tener curiosidad por aprender, por conocer el mundo y sobre todo que apelen al pensamiento crítico”.
El día de su graduación lució unos huaraches y un huipil de amuzga con tejidos dorados que era de su abuela materna; relata que siempre que lo veía pensaba que algún día lo utilizaría para algo importante.