En 24 horas el alcalde Marco Antonio Leyva Mena dejará el cargo, se va en medio de una grave crisis en servicios públicos, y sin cumplir con sus dos principales promesas de campaña: el agua potable y la recolección de basura.
Las protestas por la falta de agua en la ciudad seguirán hasta las últimas horas de su mandato, ayer un grupo de vecinos y universitarios bloquearon la calle Heroínas llevan tres meses sin agua.
En contraste, los trabajadores de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (Capach) tomaron el ayuntamiento, exigen el pago de prestaciones atrasadas, temen que el alcalde concluya su administración y no les pague.
La recolección de basura es otro de los problemas que Leyva Mena no resolvió y que durante su administración se agravó al grado tal que la Secretaría de Salud estatal emitió una declaratoria de emergencia sanitaria.
Ningún municipio de Guerrero enfrenta un problema como Chilpancingo en materia de recolección de basura, la capital ni si quiera cuenta con un terreno donde depositarla, actualmente renta un predio en la zona conocida como El Huiteco sobre el libramiento a Tixtla, tras el cierre del basurero de Zumpango donde tiraron la basura durante un año.
Al igual que el gobernador Héctor Astudillo Flores, Leyva Mena y el resto de los alcaldes priistas prometieron el orden y la paz, sin embargo, en Chilpancingo nunca llegó, al contrario, se sumó entre las 50 ciudades más violentas del país.