Durante una corrida tradicional, los toros son lastimados con puyas de metal que los picadores montados en caballos entierran en los músculos del cuello para comenzar a desangrarlos. Posteriormente los toreros les clavan arpones, de siete centímetros o más, alrededor de la columna vertebral, con lo cual sigue la pérdida de sangre, se deshidratan y comienzan a trastabillar por el dolor al apoyar las patas delanteras.
Luego de ser sometidos a una extenuante actividad física para la que no fueron concebidos, reciben la estocada con una espada de doble filo. Con suerte dará en el corazón y lo matará. En la mayoría de los casos esto no sucede y por el contrario la espada le desgarra órganos internos poco a poco. Si el toro sobrevive a la estocada, recibe un golpe de gracia en la nuca con un puñal que corta el tallo del cerebro y termina de matarlo.
De acuerdo con un dictamen forense realizado por investigadoras de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), durante las corridas de toros se presentan actos de crueldad y maltrato animal. En estos actos los bovinos sufren severos daños corporales, fisiológicos y emocionales desde que son separados de su ganado hasta los últimos segundos de vida en la plaza, violando la norma oficial 033 de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), sobre métodos para dar muerte a animales domésticos y silvestres.
La médico veterinaria Beatriz Vanda, coautora del estudio, explica a VICE que “mientras pasa todo este proceso el toro sigue consciente, sigue oliendo, sigue viendo, y los procesos mentales de angustia y desesperanza continúan, se tarda en morir, es una muerte lenta y dolorosa que causa sufrimiento emocional y sufrimiento físico con mucho dolor y fatiga”.
Traídas con la colonización, las corridas de toros llevan más de 500 años presentes en México, pero cada día que pasa los argumentos en los cuales se ampara su existencia parecen más frágiles. Uno de ellos apunta que los toros de lidia no sufren pues están preparados para esa misión o que no sienten dolor a causa de las hormonas que liberan, situación que carece de sustento técnico y científico.
De acuerdo con el informe Bienestar animal en las corridas de toros, además de las lesiones constantes que los toros reciben durante las corridas, son sometidos a un proceso de maltrato y tortura que los trastoca emocionalmente. Estos bovinos experimentan situaciones de miedo, estrés y desesperación, prácticamente desde que son sacados de los ranchos ganaderos.
Cuando los aíslan del resto de su grupo, los transportan y llegan a los encierros previos a las corridas, el miedo en los toros aumenta y comienzan a sufrir ansiedad, pues se enfrentan con un entorno que no conocen.