Desde ayer, la capital de Guerrero se volvió punto de compras de productos de la canasta básica por parte de Acapulqueños, ante el desabasto que ha provocado la falta de ayuda oficial en los primeros días, que provocaron saqueos sin precedentes en las tiendas de conveniencia.
Los pasillos de las tiendas como Sams, Walmart, Aurrerá y Soriana, están abarrotadas de desesperadas familias buscando productos alimenticios.
Arroz, frijol, azúcar, huevo, agua embotellada y pan, son parte de los principales productos que buscan para alimentarse por lo menos unos quince días, tiempo que estiman para que las cosas vuelvan a la normalidad.
Al menos eso piensa don Crecencio. Él vive con su esposa en una céntrica zona del puerto turístico. Su hijo, que trabaja en la Sierra, vio en las noticias el desastre que provocó el huracán Otis, y tan pronto como pudo viajó hasta el puerto para saber de ellos.
Con él vinieron a la tienda Aurrerá. Ambos reclaman que la ayuda que está llegando para los damnificados, la están deteniendo en las colonias que están en la entrada de Acapulco. Por ello piden que los insumos sean distribuidos de manera equitativa, sobre todo el agua para beber, que de plano no hay.
En una pequeña camioneta llevan acomodado los productos. Resaltan 4 garrafones de agua. Insisten que las autoridades federales, deben custodiar los camiones con ayuda porque no está llegando a la zonas céntricas. “Ahora imagínese en la periferia, pues menos”, dice en tono molesto el hijo de Don Crecencio.
En la tienda Aurrerá sur, los estantes se ven surtidos. Pero no hay frijol ni arroz, los anaqueles de esos granos se ven vacíos.
Una empleada asegura que sí tienen pero en bodega. Dice que van surtiendo poco a poco y que esos productos son los principales que se terminan. Pero hay de todo. La mercancía que iba para las sucursales de Acapulco, las están dejando en Chilpancingo.
Don Crecencio dice que le da temor que al llegar a Acapulco les quiten su compra “pero con el favor de Dios, llegaremos bien”.
Otro acapulqueño que va con dos hombres y dos mujeres, dice en tono desafiante: “Pues a ver si se atreven a quitarnos la ayuda. A ver si se aguantan un plomazo”.
Suben a una camioneta desgastada donde llevan su despensa y se enfilan hacia el puerto.
