El gobernador Héctor Astudillo Flores, acudió a la cita. Fue la segunda de los mandatarios estatales agrupados en la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador. El enlace fue el gobernador priísta de Chiapas, Manuel Velasco Coello, con quien AMLO guarda una estrecha relación.
Ahí, Astudillo fungió como único orador. Repitió la cantaleta del respeto al federalismo. O aquello de que “el pacto federal no conoce de autoridades intermedias”. Es decir, los gobernadores de las entidades temen que la federación les esculque los bolsillos. Mucha fetidez y muchas cloacas pretenden ser escondidas con éxito. Curarse en salud con anticipación. De hecho, el mayor temor de todos esos mandatarios, es que salgan a la luz pública. Como ocurrió con el veracruzano Javier Duarte, el ex de Chihuahua, César Duarte o el de Campeche, Roberto Borge, tan solo por mencionar algunos cercanos al primer círculo presidencial de Peña Nieto. De ahí de abren las lecturas.
BLINDARSE Y APRETAR.- Mientras por un lado, el gobernador Astudillo trata de blindarse financieramente ante el próximo presidente del país, en Acapulco le aprieta las tuercas con esmero al alcalde perredista, Evodio Velázquez Aguirre. Y se lee así:
1.- La intención del gobernador es dejar la percepción de que Evodio gobernó mal la comuna para cuando éste concluya su trienio. Y utilizar eventualmente, a la alcaldesa electa del Morena, Adela Román Ocampo, como puntal para fraguar sus ataques. El punto es que, si no logra un acuerdo político inteligente con el dirigente estatal del Morena, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, difícilmente logrará acometer contra el alcalde feneciente de ese puerto. Y por eso, el mandatario estatal quiere lograr el entendimiento directo con AMLO. Para ignorar y no hacer caso al diputado local plurinominal del Morena y eventual coordinador federal en Guerrero.
2.- Intentando neutralizar dicho escenario, el alcalde perredista acudió a la ciudad de México donde convocó a conferencia de prensa. Hizo mella sobre dos puntos en concreto: el fracaso del “fortalecimiento financiero” federal a la comuna, en función de que dejó de percibir 480 millones de pesos por parte de la Secretaría de Hacienda, durante su periodo 2015-2018, cuando dichos recursos sí fueron otorgados al exedil del MC, Luis Walton Aburto. Y los 270 millones de pesos que la propia SHCP le cercenó para la obra pública. Es decir, los dineros del gobierno federal no habrían llegado. Eso, por un lado. Por el otro, el gobernador Astudillo, no escatimó en echar a caminar operación política de la mala. Hasta mandó al secretario de Salud, Carlos de la Peña Pintos, para que lo multara por el problema de la basura. Y hay otros puntos ocultos.
3.- Muy en el fondo, el gobernador Astudillo, intenta meterse en las próximas definiciones políticas ajenas a su partido. Es decir, influir decisivamente en la renovación de la dirigencia estatal del PRD. Ahí, los entendimientos políticos son plenos con el diputado local por el distrito 24, Bernardo Ortega Jiménez, quien ya externó sus aspiraciones para dirigir al perredismo. Y ungido como coordinador de los diputados locales perredistas, el exdirigente estatal y exsenador suplente, Celestino Cesáreo Guzmán, el grupo político de Astudillo, se haría del control de dos posiciones estratégicas que podrían ser claves para desarmar al Morena en Guerrero: el Congreso local. Y la dirigencia estatal del PRD. El alcalde de Acapulco, Evodio Velázquez, es la amenaza política que intentará desactivar.
Porque si éste le gana en la negociación política con las tribus y se cuela a la dirigencia estatal, el gobernador no tendrá en sus manos todos los hilos políticos que necesita para presionar al Morena de López Obrador. En la coyuntura de la amenaza presidencial que pretende esculcarles los bolsillos a todos los gobernadores del país, la mejor manera de que Astudillo se blinde, es haciendo alianzas políticas -por lo menos de aquí a la conclusión de su sexenio-, con algunos personajes del PRD. Pero es claro que no quiere a Evodio en la dirigencia estatal de ese partido. Y va a mover todo lo que esté a su alcance para impedirlo.
HOJEADAS DE PÁGINAS… Mal comienza el alcalde perredista de Chilpancingo, Antonio Gaspar Beltrán, quien pretende convertirse en gran censor, en una etapa social de apertura plena en las redes sociales; las mismas que le ayudaron en gran medida, a ganar la alcaldía. Sin embargo, hoy intenta acallar las voces que vayan en contra o cuestionen su administración. No es una buena señal. Y menos para quien se ofertó como tolerante y demócrata.