Las señales son muy claras: el arribo de Celestino Cesáreo Guzmán, como coordinador de los ocho diputados locales del PRD, abrirá la negociación parlamentaria en una doble banda: podrá hacerlo con el Morena cuando así convenga a sus intereses. O con la fracción del PRI del gobernador Héctor Astudillo Flores, quien entraría en la dinámica natural de intentar cooptar a los legisladores perredistas. Y también a los partidos bonsái. Hay lecturas muy obvias al respecto.
MORENA: NECESITAR AL PRD.- A pesar de que el Trife le regresó al Morena, dos diputaciones locales plurinominales, los 19 legisladores que acumula no le alcanzan para aprobar todas las reformas, puntos de acuerdo e iniciativas plasmadas en el discurso de Pablo Amílcar Sandoval, el dirigente estatal de ese partido y retornante legislador local. Lo cual infiere que se abrirá la obligada negociación. Sin pasar por alto las presiones políticas del propio AMLO desde la federación, donde su partido sí alcanzó mayoría en las Cámaras de senadores y diputados federales. Hay que ir por partes:
1.- Con los ocho votos del PRD, al Morena le alcanza para aprobar todo. El problema es que los diputados perredistas que arribaran en unos días a la próxima legislatura, ya están muy maleados. Sobre todo, Celestino Cesáreo Guzmán, quien como dirigente estatal perredista se mostró bastante tibio para cuestionar los casi nulos resultados en relación con los crímenes políticos contra militantes de su partido; las erradas políticas públicas del actual gobernador; y los ataques políticos sistemáticos fraguados desde Casa Guerrero, contra la comuna porteña gobernada por el perredista, Evodio Velázquez Aguirre.
¿Podrá esta vez Celestino, ponerse la camiseta de “la izquierda” y reivindicar a su partido? ¿O en su defecto, doblegarse nuevamente ante la línea oficial dictada por el actual grupo gobernante?
2.- Para los legisladores del Morena, el otro camino de la negociación parlamentaria, se proyecta más complicado. Porque con los dos diputados del partido Encuentro Social, llegaría a los 21 votos. Pero necesita 24 para mayoritear. En dicho escenario, tendría que buscar los dos votos de los legisladores del PT y el único del MC.
En este último caso, resulta poco probable que así ocurra, en virtud de que el empresario Luis Walton Aburto -el dueño del MC en Guerrero-, es un aliado político del actual gobernador. Dictará “línea” para que su único diputado local, se cargue más hacia el PRI. Y de los dos del PAN y los tres del PVEM, está cancelada la negociación de antemano, dado que históricamente, son partidos políticos que han mostrado proclividad para pactar con el PRI. Es más largo el camino para los morenistas. Pero también es factible.
3.- La fracción parlamentaria del PRI por su lado, hará lo propio como representante del gobernador Astudillo. El diputado local tricolor Héctor Apreza Patrón, pondrá a prueba por enésima ocasión, la vigencia o caducidad de su modelo de negociación parlamentaria que data del año 2000. Y si logra convencer a Celestino, para que la fracción del PRD agregue sus ocho diputados a la causa tricolor, sumarían 17.
Pero el PRI necesita siete más, para mayoritear al Morena. Los tendría fácilmente si sale de compras legislativas. Y logra adherir los 2 votos del PAN, los 3 del PVEM, 1 del MC y los 2 del PT. Así y para efectos de alcanzar mayorías legislativas, los partidos pequeños o bonsái, se proyectan como los más cotizados en la eventual vendimia legislativa. Y eso es ya, deprimente y hasta caótico para la entidad. Es decir, que diputados plurinominales que jamás fueron a las urnas y en muchos casos, sin oficio y hasta apolíticos, decidan trayectos y destinos.
Pero esa es la triste realidad. Imposible que el Morena logre solo, empujar sus dos principales propuestas: reducir a la mitad los salarios del gobernador, sus funcionarios y de los diputados locales. Y transparentar el ejercicio del Presupuesto y la asignación de la obra pública. En detrimento de todos aquellos que votaron por el cambio.
HOJEADAS DE PÁGINAS…Al quitar el Trife, su quinto diputado plurinominal al PRI, el personaje que de verdad pierde no es el gobernador Héctor Astudillo, sino el ex gobernador Ángel Aguirre Rivero. Porque el nombre del aspirante que arañó la diputación local por segunda vez, es Jorge Salgado Parra, un aguirrista de cepa pura. Y así, las brechas se cierran progresivamente para quien en sus propias palabras sentenció: “No dejaré de hacer política hasta que me muera”. Qué tal.