+Pedro Hernández Abraham, continúa con el legado que sus padres le enseñaron de niño, la alfarería
Pedro Hernández Abraham, continúa con el legado que sus padres le enseñaron de niño, la alfarería. Pedro es originario de Tixtla y trabaja en el Taller de Alfarería El Fortín, ubicado en ese municipio.
En el taller de alfarería realizan diferentes piezas de barro como; platos, vasos, jarros cafeteros, ollas, floreros y piezas personalizdas.
Realizar estas piezas lleva un proceso artesanal. Primero es la extracción del barro, el cual es traído del cerro de Xaltepetla, en Tixtla. De ese lugar traen dos barros, el barro y el barro arenoso, después se pone a secar al patio, se muele y queda triturado en forma de arena.
Después se amasa y se obtiene la masa principal para realizar las piezas. Pedro maneja dos técnicas de elaboración; la técnica del molde, para piezas grandes, y la técnica del torno, para piezas más pequeños.
Para su punto final, las piezas se colocan en dos hornos tradicionales, “tardan dos horas para coserse, cuando vemos que ya el traste se ve al rojo vivo quiere decir que ya está bueno”, contó Pedro.
Tienen otro horno de gas especial para acabados especiales o esmaltados que se utilizan en platos de comida, cazuelas para cocinar.
Venta por temporadas
De acuerdo con Pedro, todos los días trabajan en el taller, pero hay temporadas donde las ventas aumentan y realizar piezas de temporada.
Octubre y noviembre son de las mejor temporadas por las festividades de Día de Muertos. En esta temporada, el trabajo inicia desde las 6 de la mañana y culmina a las 5 de la tarde, en temporadas más bajas es de 9 de la mañana a 5 de la tarde.
En esta temporada lo que más venden en el taller son; sahumerios, jarros cafeteros, cazuelas para pozole, floreros y piezas para adornar como catrinas de diferentes tamaños, las cuales se tardan hasta una semana en realizar.
“Hay que aprovechar fechas, porque acabando diciembre las ventas bajan, no es un ingreso que digan que todo el tiempo tenemos ingreso, por eso ahorita aprovechamos”.
Un proceso artesanal
Pedro mencionó que todo el proceso en el taller es cien por ciento artesanal, desde la extracción del barro.
“Aquí jamás van a encontrar dos piezas idénticas porque todo es artesanal, pieza por pieza está elaborado a mano. Aunque nos pidan 100 jarritos, ninguno es igual. Todo es manual”.
En su taller no tiene ningún tipo de maquinaria que realice las piezas.
Reconoció que su trabajo es más valorado y lo compran más las personas que son de otros lugares.
“El cliente que tenemos es de fuera, los de aquí de Tixtla sí vienen, pero vienen más de otro lugares”.
Gracias a que su trabajo lo difunden en redes sociales a través de sus páginas de Facebook Taller de Alfarería Fortín Tixtla y de Artesanías Tixtla (que es de otra familia de alfareros), han enviado piezas a otros países como Alemania y a Estados Unidos.
La alfarería es una tradición familiar
El taller de alfarería es una cooperativa con más de 38 años en la que actualmente están dos familias de tiempo completo, la de Pedro y una más.
Pedro contó que varios familias dejaron de trabajar la alfarería, algunas porque optaron por irse a trabajar a sus casas particulares y otros simplemente dejaron el trabajo.
“Esto es una tradición. Yo empecé desde niño, ahorita a mis hijos, a mi esposa les voy enseñando lo que a mi me enseñaron y es también a quien le guste”.
Pedro tiene tres hijos, quienes ya le ayuden en el taller, principalmente en las temporadas más altas.
Una de las difultades que enfrentan es el regateo.
“El cliente a veces no valora el significado. No se dan cuenta del proceso, de andar en el cerro buscándolo (el barro) hasta traerlo aquí al taller. A veces al cliente se le hace caro”.
Admitió que a veces tiene que bajar el precio para no perder clientes. Llamó a las personas a valorar el trabajo de alfarería.
“Esto se lo voy a heredar a mis hijos y así va, de generación en generación”.