A un mes de la renovación de los 81 Ayuntamientos en la entidad, es necesario precisar que la mayoría de los alcaldes salientes heredarán serios problemas a sus sucesores. Uno de ellos es Marco Antonio Leyva (MAL), quien no hay día en que no le protesten o denuncien por serias irregularidades en su gestión.
El todavía militante del PRI y gobernante de la capital del estado tiene en contra a medio mundo y parece no importarle las denuncias penales que tiene acumuladas en la Fiscalía General del Estado (FGE); es más, se le ve confiado al rodearse de personajes del partido de Andrés Manuel López Obrador.
Ni siquiera le importan las denuncias que la Auditoría Superior del Estado (ASE) ha realizado en su contra por malos manejos financieros.
Durante el fallido trienio 2015-2018 el perjudicado fue Chilpancingo, ya que no se realizaron importantes obras sociales; los servicios públicos fueron deficientes, y la atención a la ciudadanía en el Palacio Municipal fue pésima.
Por eso mismo el pasado 1 de julio el PRI perdió su principal bastión en Guerrero. Y, peor aún, quedó en un lejano tercer lugar.
A partir del 30 de septiembre habrá alternancia en Chilpancingo. El perredista Antonio Gaspar Beltrán será quien la inaugure.
El problema para el nuevo alcalde ya no será derrotar en las urnas al PRI, sino cómo enfrentar la herencia maldita (problemas financieros, laudos laborales, inseguridad pública, aviadores, el problema de la basura, etc.) que recibirá de Marco Antonio Leyva.
Lo bueno de todo es que el gobernador Héctor Astudillo Flores y Antonio Gaspar Beltrán ya acordaron coordinarse en un marco de respeto para sacar adelante en los próximos tres años a Chilpancingo.
Ojalá que después del proceso entrega-recepción el alcalde electo informe de cómo recibe las finanzas públicas y si detecta serias irregularidades, no se quede cruzado de brazos.
Desde luego que no se trata sugerir una cacería de brujas, pero es necesario que si el alcalde saliente abusó del dinero del pueblo como han denunciado regidores y algunos sindicatos, pues que asuma las consecuencias legales.
Tal vez el PRI se lave las manos –al estilo Poncio Pilatos– alegando que Marco Antonio Leyva ya no es su distinguido militante y que está de acuerdo en que sea crucificado por el bien del pueblo.
Recordemos que el alcalde saliente se alejó del tricolor luego de que le dieran la espalda en el Congreso local cuando a gritos pedía regresar al Ayuntamiento, motivo por el cual recurrió a tribunales federales para exigir su derecho a reincorporarse como primera autoridad de Chilpancingo y correr del Palacio Municipal al ferretero Jesús Tejeda Vargas.
Qué bueno que MAL ya se va de donde nunca debió haber estado. Y más favorable aún, que a partir del 30 de septiembre se espera un cambio de actitud en la atención a la ciudadanía que acude a realizar trámites en el Palacio Municipal.
ENTRE OTRAS COSAS… En estos momentos es innecesario un pleito entre el Ayuntamiento de Acapulco y el gobierno del estado. Lo digo porque algunos miembros del PRD ya anunciaron movilizaciones en las calles. Ojalá alguien intervenga para que toda diferencia existente se aclare. Y en este caso se debe aplicar mucha política y mucha administración. De lo contrario, los de Morena seguirán disfrutando del show y serán los verdaderos ganones.
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