Durante seis años buscó la forma de llegar a la Alcaldía de Chilpancingo. Y lo logró a través del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Pero antes de ser militante del Sol Azteca fue miembro del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del que renunció en 2012 porque no lo nominaron candidato a diputado local por el XV distrito local (hoy distrito 02) de Chilpancingo.
Gracias al efecto AMLO llegó al Congreso local para formar parte de la LX Legislatura, del que fue presidente de la Mesa Directiva en el primer año de ejercicio constitucional, y desde donde empezó a consolidar su imagen con miras a la elección de 2015.
Y ante un PRD carente de gallos para pelear la Alcaldía capitalina, el extinto Grupo Guerrero –que durante varios años fue la corriente mayoritaria del Sol Azteca y que comandó el ex senador David Jiménez Rumbo– propuso en la mesa de negociación como su carta al ex priista que en el trienio 2009-2012 fungió como síndico administrativo.
En efecto, me refiero a Antonio Gaspar Beltrán, quien con un discurso religioso y una imagen de hombre honesto y comprometido con las causas sociales, logró convencer en 2018 a más de 40 mil chilpancinguenses para que votaran por el proyecto político que él encabezaba: un gobierno del cambio y para todos.
En 2015 perdió la elección de alcalde ante Marco Antonio Leyva Mena, en ese entonces miembro del PRI y ahora de Morena, quien abanderó la alianza PRI-PVEM y logró 32 mil 263 sufragios. Mientras que Toño Gaspar obtuvo 27 mil 472.
Algo que favoreció al alumno “más avanzado” del ex alcalde Jorge León Robledo, fue la desastrosa administración que encabezó MAL y el distanciamiento político que éste tuvo con el gobernador Héctor Astudillo Flores.
Toño Gaspar aprovechó también las protestas que realizaron los sindicatos del Ayuntamiento capitalino y los de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (CAPACH) en contra de Marco Antonio Leyva (MAL). De hecho, utilizó a la entonces dirigencia municipal del PRD para cuestionar a través de conferencias de prensa y vía redes sociales a la administración municipal.
Sin contar, claro, a los militantes del PRI que apoyaron –por debajo del agua– en 2018 a Toño Gaspar, ya que no se sintieron identificados con la candidatura de Beatriz Vélez Núñez, quien como todos sabemos, menospreció a la estructura priista, porque creyó que con la “fuerza” de la Sección 36 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud (SNTSA), era más que suficiente.
Eran también tiempos de cambio y animadversión hacia el gobierno de Enrique Peña Nieto y todo aquello que oliera a priismo.
El 19 de mayo de 2018, durante su arranque de campaña, Toño Gaspar se lanzó duramente contra el PRI y “sus malos gobiernos” durante 80 años en Chilpancingo, olvidando que él fue parte de esos gobiernos (secretario particular de Jorge León Robledo, procurador de Barrios y Colonias y síndico administrativo).
“Chilpancingo está abandonado pues no hubo ni hay voluntad de atenderlo, vemos un Chilpancingo que va para atrás, no funciona el gobierno municipal, 80 años de malos gobiernos no han logrado resolver los problemas básicos sino al contrario los han agravado, todos lo sabemos porque todos los sufrimos. Chilpancingo está en último lugar en todo”, afirmó. (Bajo Palabra, 19-V-2018).
Y ante un Chilpancingo ávido de cambio, aseguró que la alternancia en Chilpancingo “nadie lo detiene”, y se comprometió resolver los problemas de basura, agua potable y servicios públicos.
Era claro que el PRI se iría del Palacio Municipal de Chilpancingo. Pero no que quedaría en un lejano tercer lugar con su soberbia candidata (Beatriz Vélez).
Resulta que de partido a partido, Morena le ganó en votos al PRD en 2018 (37 mil 227 contra 35 mil 707). Pero al ir en alianza con Movimiento Ciudadano y el PAN, Toño Gaspar pudo lograr más sufragios (42 mil 541).
Es cierto, el 30 de septiembre de 2018 se inauguró la alternancia en Chilpancingo. Pero los problemas que Toño Gaspar prometió combatir y acabar, continúan y se agravan.
La escasez de agua potable (mejor dicho, agua entubada), por ejemplo, sigue siendo uno de los problemas que aquejan a los capitalinos. Lo peor de todo es que el alcalde del “amor” y la “bondad” lucra con esa necesidad, ya que en su ambición desmedida por el poder (busca la reelección) utiliza recursos públicos para regalar pipas de agua, pero a los ciudadanos que demandan el vital líquido en sus colonias y que se ven en la necesidad de bloquear calles, los ignora. El doble discurso, pues.
Tan mentiroso e incongruente se volvió Toño Gaspar que en su condición de diputado local votó en contra de la reelección de alcaldes y diputados. De hecho, el 2 de septiembre de 2020 durante su segundo informe de labores –y que fue transmitido a través de redes sociales desde la Plaza Cívica Primer Congreso de Anáhuac– se comprometió que no buscaría reelegirse en la Alcaldía, al señalar que en 2014 votó en contra de esta iniciativa.
“Despreocúpense, no es mi interés la reelección”, expresó.
Dos meses después (13 de diciembre) y sin importarle quedar como un soberano mentiroso, aceptó que se registró como precandidato del PRD a la Alcaldía y aseguró que no es una ambición personal poder reelegirse.
Por un lado, busca seguir disfrutando las mieles del poder que otorga la Alcaldía capitalina, y por el otro, manda a su esposa Yasmín Arriaga Torres como su avanzada, al PT y luego a Morena.
Nadie está en contra de que Gaspar Beltrán se reelija como alcalde ni que su cónyuge busque ser diputada federal. Loque se cuestiona es su desmedida ambición vulgar por el poder y la incongruencia con la que se conduce.
También es cierto que en sus casi tres años de gobierno deja mal parado al PRD y a su amigo y compadre, EvodioVelázquez Aguirre, uno de sus gallos para la gubernatura. ¡Zas!
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