Dicen que la política es la prolongación de la guerra en tiempos de paz. En efecto, la política es una guerra por la disputa del ejercicio ideológico del Poder.
Una guerra con códigos de conducta, con leyes y normas que prolongue la paz, sobre la guerra demoledora y destructiva.
Sin una cultura política, mucho menos habrá una posición ideológica que defina esa disputa por el poder político. Eso nos ocurre.
Menospreciamos el valor de la oposición, factor importante para equilibrar el ejercicio del poder público. Los Partidos con cierta fuerza estructural, negocian, acuerdan, se someten a gobiernos que en esencia son espurios de origen, les satisface la legalidad de una elección, hacen a un lado los principios de legítimidad, que es lo que da fortaleza moral y política al gobernante.
Esa es la postura de Andrés Manuel Lopez Obrador, no ceder ante gobiernos ilegítimos que creen que una urna los legitima, la legitimidad se encuentra en el comportamiento transparente, imparcial y ético en un proceso electoral. Difícil de alcanzar en México, pero no imposible.
La realidad nos ubica en dos posiciones, ni siquiera ideológica, no hemos tenido tiempo para profundizar en los planteamientos ideológicos por desgracia, hoy el objetivo claro es, hacia donde llevar la política económica del país, han sido 36 años de desaciertos financieros que han empobrecido a nuestros pueblos, PRI y PAN, han seguido aplicando políticas financieras que han saqueado nuestra riqueza; AMLO, representa el contrapeso de esas políticas de desequilibrio y corrupción.
Los demás partidos MC, PRD, son testimoniales o apéndices muy marginales en esta definición. No hay más que dos proyectos, o seguimos privilegiando políticas financieras especulativas con alto costo social o tomamos la decisión de dar un golpe de timón, que nos devuelva el equilibrio perdido a través de una política que revise los medios de producción en beneficio de la sociedad, iniciando con Pemex.
Ser Opositor real tiene su costo, Ser simulador, tiene sus beneficios, AMLO, es un opositor real, por eso coincido con sus posturas.
Sin radicalismo pero con idealismo y objetividad, debemos pensar más en México.