Al borras lo rescataron de la calle Manuel Montero y Leonardo Serrano. Ambos son entrenadores profesionales y aparecen en los créditos de la película Roma.
Encontraron al perro amarrado con un alambre a una pared de un lote baldío. A punto de morir de hambre y de sed, relata la médico veterinaria que lo atendió. Estaba desnutrido, con pulgas, sarna, bronquitis y conjuntivitis. Debido al abandono en el que estaba, no retenía alimento. Estaba casi en los huesos.
Adriana Cruz, la veterinaria, decidió hospitalizarlo luego de que Manuel y Leonardo se lo llevaran para que lo atendiera. Se conocen porque son entrenadores caninos como ella.
Pasado un mes, Borras recuperó fuerza física y comenzó a confiar en la gente. Fue entonces que la doctora Adriana se comunicó con Manuel para darle la noticia de que el perro estaba de mejor ánimo.
Y sucedió: en la película necesitaban un perro que se pareciera al que Cuarón había tenido de niño y Borras era el candidato perfecto: era casi igual al perro que buscaban en el casting.
“El Sr. Manuel decide empezar a adaptarlo a la vida cotidiana y a entrenarlo para que pudiera convivir como un perro ahora integrado a la sociedad. Se le enseñó obediencia y le encantaba jugar con la pelota, acataba muy bien sus ordenes. A veces se quedaba conmigo en casa donde reforzaba con su pelota sus saltos, que iban a ser requeridos para los saltos que iba a realizar en el portón de la casa del filme.” Relata.
Adriana Cruz, dice que cualquier perro tiene la oportunidad de tener una buena vida y añade “no necesita ser de gran linaje solo necesita una oportunidad y sobre todo el trabajo de un entrenador profesional para ayudarlo a adaptarse y sobreponerse a los maltratos producidos por el abandono”.
La historia de “Borras”, el perro de la película “Roma”.
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