+Originario del estado de Morelos, Carlos es un sobreviene del huracán Otis luego de quedar atrapado en una cisterna durante tres días; hoy deambula por las calles del puerto en busca de trabajo pues el meteoro lo dejó sin nada
Con mucha fe y alegría Carlos Hernández Leal de 52 años, de oficio técnico electromecánico, se levanta todos los días en busca de trabajo para su sustento diario, con la esperanza de que este sea sólo un bache del que pronto saldrá. Aunque algunos medios de comunicación lo llamaron “El héroe que dejó el huracán Otis”, en realidad es un damnificado más.
A bordo de una combi con sus herramientas de trabajo, que eran su único patrimonio, el morelense llegó al puerto de Acapulco días antes de que el meteoro categoría 5 destrozara el puerto. Ese día estaba desazolvando una cisterna cuando “Otis” lo sorprendió, ahí quedó atrapado durante tres días y con las pocas fuerzas que le quedaban logró levantar la tapa y salir.
Al preguntarle quién lo sacó de ahí, levanta las manos y mira al cielo con los ojos llorosos y dice sin dudar, “fue Dios”.
Tras percatarse del desastre, como su combi, que quedó aplastada con toda su herramienta adentro, con firmeza decidió quedarse y se unió como voluntario para ayudar en lo que pudiera.
Colaboró con la limpieza de calles, viviendas, negocios, arreglando desperfectos. Colaboró con la Conagua en el reforzamiento de filtros de agua. Lavó autos, colocó postes, pero su hazaña mayor fue haber instalado un centro de carga para teléfonos celulares, con desperdicios de cables, focos y madera, cuando los acapulqueños más lo necesitaban.
Todos los días sale de la casa de campaña que instala en una montañita cerca de la entrada al Maxitúnel, cerca de la Renault, en busca de trabajo y una mejor oportunidad de vida; en cuatro meses ha encontrado gente que se convierte en familia, como Mike, un trabajador de un hotel destruido por el huracán, quien le compartió comida en los momentos más difíciles y cuando le va mal en el trabajo.
“Le di mi corazón a los acapulqueños sin esperar nada a cambio cuando más necesitaban ayuda porque lo importante es apoyarse uno al otro, sin embargo, la injusticia y la indiferencia de la gente es lo más difícil que he enfrentado durante los cuatro meses que tengo viviendo en la calle de este bello puerto, que empieza a levantarse y tengo fe que todos vamos a salir adelante”, agrega.
Don Carlos necesita herramientas y trabajo, si pueden apoyarlo no duden en buscarlo por La Diana Cazadora, zona que recorre todos los días con la fe inquebrantable de un futuro mejor.
