El tema de ayer y el transcurso del día fue el de las dos jóvenes desaparecidas. En todos lados había preocupación, miedo y enojo, contra nosotros mismos y contra nuestras autoridades porque pensamos que no es posible que la gente siga desapareciendo así nada más, a la vista y la presencia de todos.
Desde ayer se percibió mucha solidaridad, la gente incluso pidió que los dos casos se difundiera de la misma manera y así se hizo. Me impresionó ver que aún y con la lluvia mucha gente salió a las calles a exigir que se presentaran con vida a las dos jóvenes: Chilpancingo no es tan apático como muchos creen y por muchas horas nos unió el dolor de los padres abatidos por la angustia y el miedo suplicando a quien tuviera a su hija la regresaran con bien. Humanos al fin y al cabo también salió a relucir el otro Chilpancingo, en el que incluso hay muchas mujeres y hombres tildando de putas a las dos jóvenes que aparecieron con vida, sanas y salvas -hasta donde se sabe-.
Es terrible pensar que ese otro Chilpancingo, esperaba con ansias la noticia de que Alejandra o Fátima aparecieran ejecutadas. Otra lección importante es que la presión de las redes sociales pusieron a trabajar a las autoridades que, rebasadas por la solidaridad de la gente, no tuvieron más remedio que tomar el caso con la urgencia que merecía, a pesar del burocratismo y a pesar del “haremos todo lo posible” que no consuelan a ninguna familia.
Esta noche a dos familias les volvió la vida al saber de los suyos, que desaparecieron en condiciones hasta el momento desconocidas. Pero lo importante es que son dos menos de los más 30 mil desaparecidos que hay en todo el país. ¡Ojalá y haya más disfrutando de su vida y haciendo con ella lo que quieran, pero en libertad y vivas!