La maniobra está cantada: el empresario porteño Luis Walton Aburto, reproduce la misma estrategia que le dio resultados en la elección de 2015. Es decir, vender la idea de ir arriba en las encuestas. Y si lo dejan fuera, apoyar de manera soterrada a otro aspirante a gobernador. Desde luego, con algunas elocuentes variables.
EL FIEL DE LA BALANZA
En la elección de gobernador de junio de 2015, se caldearon muchos fierros. Pero un factor determinó al ganador de aquella contienda: la salida de Luis Walton de la alianza PRD-PT. Alegó entre otras cosas, haber sido timado en la encuesta. Cuando se iban a presentar los resultados de su medición con la ex perredista Beatriz Mojica, decidió no acudir al CEN del PRD. Lo demás es historia.
Walton compitió en soledad como candidato del Partido Movimiento Ciudadano (MC), de su propiedad. Y apareció en el tercer lugar de la votación. Sus más de 109 mil votos obtenidos en las urnas marcaron la diferencia entre el aspirante del PRI, Héctor Astudillo y la del PRD, Beatriz Mojica. Dividido el voto de “la izquierda”, el aspirante del PRI ganó con una diferencia de casi 85 mil votos.
De ahí se lee lo demás:
1.- En aquel tiempo, Walton apelaba a obtener la candidatura a gobernador de la alianza PRD-PT, vendiendo su reciente desempeño como edil de Acapulco. Fresca estaba su salida de esa importante comuna. Ese referente pudo influir en gran medida, para la obtención de esos 109 mil votos. El punto es que desde 2015, Walton ha permanecido fuera de la rueda del poder. ¿De dónde obtiene y saca su “empate” en las encuestas con Félix Salgado? Ciertamente, el votante guerrerense no puede vivir eternamente apegado a la cultura de ver desfilar en periodos electorales, a los mismos rostros. El empresario porteño no podría en consecuencia, obtener resultados optimistas en las encuestas, apelando a su inmovilidad de cinco años consecutivos.
2.- Es obvio que, replicando la misma fórmula de la elección de gobernador de 2015, Walton intenta vender cara su eventual exclusión como candidato del Morena a gobernador. Y de darse ―como es previsible―, tender pactos externos con el eventual candidato de la alianza PRI-PRD. Ello explicaría un hecho insoslayable: hasta el momento, el partido Movimiento Ciudadano (MC) no ha presentado a su candidato formal al gobierno de la entidad. Lo hará una vez que en el Morena se defina el candidato. No antes. Esos amagues ya los tiene bien claros tanto el dirigente nacional del partido presidencial, como el propio inquilino de Palacio Nacional.
Como sea, Walton está más empecinado por llegar a ser nominado en la elección de 2021. Y se ha movilizado en la coyuntura sin importarle contagiarse de Covid-19. El hambre de poder destapa y justifica los riesgos. Porque la percepción del triunfo electoral se ensancha considerablemente. Un efecto contrario a 2015, cuando la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, estaba reciente. Y se convirtió en amenaza para desplazar al PRD del gobierno estatal. Tal y como ocurrió.
3.- Walton arrastra con uno de sus peores lastres políticos: haber apoyado en la elección federal del 1 de julio de 2018, al candidato del PAN, Ricardo Anaya Cortés, a través de la coalición PRI-PAN-MC, y no al actual presidente AMLO.
¿Con qué calidad moral y política le exige al Morena la candidatura a gobernador a sabiendas de que cometió ese garrafal error? ¿Es que acaso busca chamaquear a toda la militancia del Morena y a los aspirantes internos de ese partido?
Con todo, y si el PRI nacional termina por imponer como candidato a gobernador al senador Manuel Añorve —así como lo hizo en la elección de gobernador del 30 de enero de 2011―, y Walton no queda a su vez como candidato del Morena, de todos modos, el empresario caería en suelo blando.
Porque los amarres de poder tendidos con el actual gobernador Héctor Astudillo desde antes de la elección de 2015, esta vez los prolongaría con el legislador federal tricolor, en función de que tanto Añorve como Astudillo han hecho equipo político durante todo el actual sexenio. Walton quiere vender como en el pasado, su condición de bisagra política.
HOJEADAS DE PÁGINAS.- Tan mal opera el alcalde perredista de Chilpancingo, Antonio Gaspar Beltrán, que ciudadanos inconformes de varias colonias se atrevieron a protestar la semana pasada acusándolo de incumplimiento de obras, justo en las puertas de su vivienda.
Trasciende que, a pesar de que va a intentar reelegirse o buscar una diputación local, ni el tiempo ni la circunstancia ni sus actos como gobernante favorecerían a Gaspar. Y en el PRD nacional y estatal ya acusaron de recibo.