+La joven artista originaria de Chilpancingo impulsa su carrera entre pintura, maquillaje y bodypaint, abriéndose paso en un entorno donde vivir del arte sigue siendo un reto.
De los primeros cuadros de sus propios gatos, después los de conocidos, a concluir su carrera en Artes en la UAGro y seguir creciendo pese a las críticas: Itzel Martínez avanza con la convicción de vivir de lo que ama.
Su relación con el arte nació en la infancia; sin embargo, fue hasta cumplir 18 años cuando decidió tomarlo en serio. Hoy trabaja en pintura, maquillaje artístico y bodypaint. Vive en Chilpancingo, donde comenzó a ganar reconocimiento por los retratos que publicaba en Instagram. Así nació su proyecto artístico “Pincelitz”, un espacio que le permitió difundir su obra y conectar con más personas.
Su primer sello fue el realismo felino. Los retratos de sus gatos despertaron el interés de vecinos y amistades, que pronto le encargaron obras de sus mascotas. En el camino escuchó sugerencias de artistas que le pedían abandonar “los gatos” para buscar una línea “más seria”. Ella prefirió mantenerse fiel a su visión, convencida de que un estilo también puede evolucionar desde lo “cute” y lo cotidiano. Esa apuesta le abrió puertas con un público joven y le permitió explorar del realismo al surrealismo.
Más recientemente, el maquillaje y el bodypaint la posicionaron con fuerza en redes y concursos. Su trabajo obtuvo un premio a través de la participante Violeta, en la Escuela Superior de Artes de la UAGro, donde el día de ayer lograron el primer lugar.
Hoy combina su faceta artística con su nueva vida como madre primeriza, lo que la ha llevado a cerrar momentáneamente su agenda, aunque mantiene proyectos especiales a través de redes sociales. Ella misma se ha tenido que abrir puertas en el mundo del arte, y afirma que ha sido gracias a la suerte, “o a Dios, yo creo que a Dios”. Aunque su familia, ligada al área médica, le veía futuro en ese campo, eligió la ruta del arte.
Apuesta por vivir de su creatividad, aunque reconoce los retos: “A veces no vendemos mucho”, admite, mientras insiste en la importancia de una red de apoyo para las y los artistas de Guerrero. No planea dejar de crear ni de participar en bazares y mercaditos artesanales: “No me veo dejándolo… siento que siempre me vincularé con la carrera”.
Entre sus obras más recientes destaca una pieza que aborda la violencia en Chilpancingo, donde figuras conocidas —como el alcalde Alejandro Arcos— y personajes cotidianos, como choferes y vendedores de pollo, conviven bajo la misma amenaza: la muerte. Sobre esa obra explica que quiso mostrar cómo, cuando la violencia se desborda, “las calles parecen muertas (…) que la cuna de los Sentimientos de la Nación como es Chilpancingo, se había vuelto una imagen de violencia y así lo tratamos de reflejar”.
Itzel sigue pintando, maquillando y creando. Cada trazo es un recordatorio de que el arte también puede abrirse paso, incluso donde cuesta más reconocerlo.
